El transporte público

Carlos Arellano

Ambato está sometida a los chantajes del gremio de transportistas quienes, durante varios días, paralizaron sus actividades e incomunicaron parcialmente a la ciudad. Su fin es extorsionar a la Municipalidad para incrementar el valor del pasaje urbano y rural, argumentando que en los últimos años trabajaron a pérdida y que el actual coste del pasaje no les permite cubrir los costos de operación.

No es la primera ocasión que este sector ha sometido a los gobiernos de turno o a las autoridades locales para exigir el incremento de pasajes o cristalizar una serie de subsidios a costa del erario. Por ejemplo, en la presidencia de Rafael Correa alcanzaron importantísimas dádivas a cambio de guardar silencio frente a los atropellos del exmandatario.

A la paralización que impide el normal desarrollo de las actividades de los ambateños, se suma el temor de que se concrete el aumento de pasajes. Si esto ocurre, representaría para las clases populares un golpe más para su precaria economía.

Es preciso enfatizar que gran parte de los buseros irrespetan las paradas, no embarcan adultos mayores o a niños, incumplen con los horarios, no completan los recorridos, se ausentan de las rutas, desacatan las señales de tránsito, exceden el límite de pasajeros o los límites de velocidad, agreden verbalmente a los usuarios, compiten con otros buseros y más. Algunas de sus unidades son obsoletas, sus ventanas no pueden abrirse, permanecen sucias, emiten excesivas cantidades de gases contaminantes, etc.

También es necesario recordar que la indiferencia del Alcalde permitió que la ciudad quede aislada y desprotegida frente a esta paralización que vulnera el derecho a la libre movilidad. Como es de esperarse, pasarán los días y ninguna cooperativa será sancionada por suspender un servicio público. Mientras tanto, sus dirigentes estarán a la espera de intimidar a la urbe en cualquier momento.

Ojalá la nueva alcaldesa tenga la valentía de enfrentar estos atropellos a través de la municipalización del transporte público, tanto urbano como rural, como un mecanismo que atemorice a los protagonistas de las paralizaciones y que conduzca a este gremio a mejorar la calidad de su servicio.