El poder tras las rejas

Kléver Peñaherrera

Hace poco, un acontecimiento en el sistema penitenciario del Ecuador llamó poderosamente mi atención. Se trata del traslado y retorno del tan conocido delincuente Alfonso Macías alias «Fito». Esta noticia puso de manifiesto, una vez más, el control que las mafias ejercen en nuestras cárceles, así como la nula acción del Estado para hacer frente a esta problemática.

La estrategia de «Fito» es un claro ejemplo de cómo las mafias tienen infiltradas las instituciones clave del sistema penitenciario. Pero, ¿cómo es posible que estas organizaciones criminales tengan tanto poder en las cárceles de nuestro país. El Estado, encargado de velar por la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos, parece ignorar esta realidad dolorosa. Esta inacción sólo perpetúa el problema y el dominio de las mafias en el sistema penitenciario.

Es necesario destacar que la situación en las cárceles del Ecuador no es algo nuevo. Durante años, hemos sido testigos de motines, fugas y masacres dentro de estas instituciones. Estos sucesos evidencian una aceptación tácita de que las mafias tienen el control absoluto dentro de las cárceles.

Es importante entender que la presencia de estas organizaciones delictivas en nuestras cárceles tiene un impacto directo en la sociedad. Mientras las mafias sigan operando con impunidad en el sistema penitenciario, la violencia y el crimen continuarán afectando a nuestras comunidades. Es responsabilidad de todos exigir al Estado que tome medidas firmes y contundentes para combatir esta situación.

Como sociedad, debemos demandar una revisión profunda de nuestras políticas penitenciarias y exigir acciones concretas para desbaratar estas organizaciones, para ello, es fundamental implementar medidas de seguridad más rigurosas, fortalecer la inteligencia penitenciaria y promover la reinserción social de los internos.

No podemos permitir que las mafias sigan dictando las reglas dentro de nuestras cárceles y, por ende, en nuestras calles. Es hora de despertar y tomar acción. Como país, tenemos que unirnos y luchar por un sistema penitenciario eficiente, justo y seguro.