El panorama político de una de las economías más importantes de la región tomó un nuevo curso.
Si bien Chile ha tenido presidentes socialistas sus tendencias marcaron siempre una visión moderada respecto a otros países latinoamericanos como Venezuela, donde el radicalismo se evidenció en un deterioro paulatino de la economía y de la calidad de vida de su población.
Ahora bien, asusta leer el currículum vítae de Gabriel Boric porque pareciera tener una tendencia similar, de todas formas vale la pena entender la situación suscitada en Chile y generada en gran medida por esas grandes diferencias sociales que han conllevado a dos escenarios nunca antes dados en este país.
Por un lado la mayor participación electoral de la historia desde la implementación del voto voluntario, y la segunda, una victoria con el mayor número de votos en la historia de Chile, en efecto son dos circunstancias que denotan un evidente agotamiento del actual sistema que sin lugar a dudas obliga a tener cambios y a reformularse la forma de hacer política y de la urgente necesidad de aplicar cambios en la política económica y social de este país.
Ahora bien, en sus discursos ha criticado duramente a los regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua, manifestando su total desacuerdo a estos gobiernos autócratas “así moleste a quien moleste”, de la misma manera ha demostrado ser algo moderado y más bien enfocado en un programa de gobierno que incluye aumentar impuestos a los más ricos, además, de suprimir el actual sistema de pensiones, así mismo piensa crear un fondo universal para financiar la salud pública y privada.
Técnicamente suena lógico, pero habrá que entender si eso conlleva a políticas radicales que terminen afectando el impulso privado que ha caracterizado a Chile durante los últimos años, al final son conjeturas.
Los chilenos deberán estar atentos de que sus acciones sean en el marco de la democracia y el respeto a las instituciones y al sector productivo y privado de esta gran nación.