Diálogo fallido

Iván Paredes

Como era de esperarse, cuando no hay un compromiso serio con conocimiento de causa y vivencial de la realidad, mal podría haberse esperado que se llegue a buen puerto, porque, para que un diálogo sea fructífero se necesita de la voluntad de las partes, con especial atención de quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos de una Nación hacia mejores derroteros; y, lo que mal empieza, mal acaba, allí los resultados.

El pasado 14 de octubre, finalizó el diálogo entre el Gobierno del Ecuador con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador – CONAIE-, como garante estuvo la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, durante los 90 días que duró este complejo proceso que deja un sinsabor y la evidencia que todos están por intereses de grupo, más no, por el beneficio de los habitantes de este país. Luego de 18 días de un paro que dejo muchas secuelas y, que hoy, nadie se atreve a señalar o expresar porque estamos lejos de ser una sociedad homogénea y, aquello se puede evidenciar en el diario vivir; es más, en el mismo paro hubo varios muertos y muchos heridos, aun así, el diálogo no fue productivo en lo que respecta a los combustibles, que es el tema más delicado porque de este fluye la economía y la elaboración de indicadores económicos. Es verdad, que en otros temas como la salud, educación, derechos laborales, de la producción si hubo acuerdos, dando un total de 218 temas, pero en lo que respecta a los subsidios de la gasolina no pudo existir un pacto que ponga fin a las confrontaciones y, como es de imaginarse, todos quienes habitamos este hermoso territorio sufriremos las consecuencias del desconocimiento y capricho de quien tiene la tarea de velar por el desarrollo y progreso de todos. ¿Que nos deparará este diálogo fallido? Esa es la interrogante.