Depurar instituciones públicas

Iván Paredes

Cuento de nunca acabar. Es que, las garras de la corrupción se enquistaron en el poder público desde hace 14 años haciéndose imposible su saneamiento y hoy, toda la institucionalidad pública se encuentra plagada de personas que han ingresado por entrega de coimas, padrinazgos, favores políticos o compromisos clientelistas, quedando de lado la meritocracia como fuente que garantiza el profesionalismo y responsabilidad al servicio de la colectividad. Sin ánimo de consuelo, pero existe un mínimo de servidores que son verdaderos profesionales públicos.

Ya saltó otro escándalo más, que mancha y debilita al Estado y la República, de quienes fungen como representantes de la ciudadanía (en hora buena, ya no son nombrados “padres de la Patria”). Su mismo partido político que le auspició para su elección, ahora la denuncia y pide que el Comité de Ética y Disciplina la investigue por, “supuestamente”, gestionar cargos públicos en hospitales y en la misma Asamblea Nacional; a sabiendas, que provenía del nocivo movimiento político que gobernó durante los últimos 14 años que destruyó el desarrollo y progreso del país, cargándole de desdicha, corrupción y vergüenza, ya que, estuvo como candidata a la concejalía de Guayaquil, por ese movimiento.

La venta de puestos y cargos públicos lo hacen como si fuera el comercio de papas, negocian la administración pública de toda una institución, manchan y mancillan a la CTE y ciertos hospitales, cobrando tres mil dólares por el cargo de Asesor en la Asamblea del Ecuador; para luego, decir que son blancas palomas, que les están mancillando su honor e inmediatamente salir fugados del país, dejando un sistema resquebrajado y deshonrado. Es necesario depurar toda la institucionalidad, en lo que compete al servicio y función pública, porque sabemos que muchos han ingresado por viveza y corrupción, que por sus méritos personales y profesionales.