Delitos y viajes increibles

Jaime López

El protagonismo que las mujeres ecuatorianas han adquirido dentro del ejercicio de la actividad política nacional es motivante para quienes no estamos alineados en el odio y el desinterés para cumplir con la obligación que impone, no solamente estar si no también ser, integrantes de un Estado debidamente constituido con leyes , reglamentos, llamado Ecuador desde su creación y fundación, habitado por ciudadanos que tienen como estructura espiritual la veneración de sus ancestros y que han ejecutado verdaderas batallas para que  termine  el discrimen contra el género femenino.

Veinte y más constituciones confeccionadas muchas de ellas por elementos importados, especialmente de España, no fueron lo que esperaban los mandatarios elegidos.

El mamotreto de Montecristi es una muestra. Pero las administraciones de los cuatro presidentes anteriores, amparados por la Suprema Ley Electoral y sus Asambleas Legislativas, han estado conformada por hombres y además por mujeres  ecuatorianas elegidas y otras designadas por el mandatario para ejercer administraciones de organismos nacionales y locales.

Se han convertido en símbolos. Hay que mencionar a tres  de ellas con mucho orgullo, a la Señora vicepresidenta Verónica Abad, a la señora Fiscal General Diana Salazar, y a la señora Ivonne Bakky,quienes nos ratifican diariamente lo que la capacidad femenina en el Ecuador es digna de relievarse y prodigar merecidos elogios.

Y permiten también generar  la protesta de lo que otras mujeres desprovistas de calidad y decencia, eso si exhibiendo mascarillas  que todos las notamos, han cometido impunemente en la sesión de la Asamblea, gritando desaforadamente una acusación sin pruebas en contra de la ministro de gobierno Mónica Palencia, delito que debe ser castigado sin contemplación.

Las asambleístas Palacios y Salazar lavados su cerebro correista con lija y estropajo empapado de ácidos, no han podido eliminar lo que todos los ecuatorianos han comprendido, la desesperación del prófugo para que no se revele  el autor intelectual del asesinato a Villavicencio.

Y al día siguiente para complementar esta ofensa al país, se informa que la presidenta del CNE, señora Diana Attamaint emprende un viaje  a Estados Unidos y a Indonesia, según sus declaraciones bastante obscuras, en las que lo que se  ha empeñado en decir es que su acompañante no tiene ninguna relación con ella, si no la de ser un subalterno de su institución.

La ignorancia de los votantes ecuatorianos centeniales y millenilales, los censos poblacionales, por supuesto, no han permitido saber que allá por el extremo del mundo han habido tantos ecuatorianos que justifican que la señora Attamaint viaje para impedir que hayan fraudes y que las próximas elecciones y  consultas no dejen que el prestigio de la señora Attamaint y sus aldláteres sigan integrando un desván parecido a la caja de pandora.

Esperemos que a su regreso que sus  informes no cubran de penumbras las diarias noticias de sicariatos, extorciones, vacunas, extradiciones, que son los aditamentos que los desayunos familiares son  el pan de cada día, en nuestro bello país que tiene que ser nuestro meridiano y  la luz para conformar nuestro futuro.