Cuando el sicariato discrimina

Christian Pérez

Etimológicamente el sicariato proviene de la palabra latina sica, que en la Roma antigua servía para denominar a una daga corta y curva que resultaba fácil de esconder. Esta modalidad de delito, utilizado mayoritariamente con fines políticos, generó que a partir del año 81 A.C., la palabra sicaris sea reconocida por el derecho romano para nombrar al homicida. Con el paso del tiempo, las armas de fuego sustituyeron a las sicas y las motivaciones se convirtieron en económicas.

Actualmente las noticias diarias en nuestro país mencionan esta forma de crimen, lo que genera sensaciones de temor ciudadano.

En efecto, causó gran conmoción el sicariato perpetrado en Samborondón, a un joven de 32 años, a quien se identificó como un profesional, animalista, ciudadano responsable y de buena familia; por lo que el Ministerio del Interior ofreció una recompensa de USD. 5000 a quien ayude a identificar a los victimarios. Es un esfuerzo necesario que ayudará a la Policía Nacional a esclarecer con rapidez este crimen e identificar a los responsables. Pero, cabe preguntarse, ¿qué pasa con aquellos sicariatos cometidos en sectores populares, a personas pobres, que no tienen en su mayoría estudios primarios y que por tanto no se encuentran dentro de los parámetros de un ciudadano de bien? ¿No existe recompensa para esclarecer estos asesinatos? ¿Se concibe que son ajustes de cuentas entre delincuentes, criminalizando la pobreza?

Estas reacciones diferenciadas desde el Estado frente a los asesinatos de personas pertenecientes a distintas realidades sociales nos llevan a pensar que existen ciudadanos de primera y segunda clase. Frente a los primeros, se activa el aparato estatal para investigar y sancionar a los responsables; mientras que para los segundos, lo más probable es que reine la impunidad y se conviertan en un número más en las frías estadísticas de muertes violentas. Lo deseable es que el ímpetu estatal de luchar contra el crimen no tenga diferenciaciones, y que la tarea de encontrar a los responsables se direccione tanto a las víctimas socialmente relevantes como también para aquellas que sobreviven a la pobreza.