“…Cualquiera tiempo pasado fue mejor…”

Andrés Pachano

Como que el sentido de la dignidad se ha perdido en el país. Como que el comportamiento decoroso y sobrio, en un cargo ya no es lo esencial.

Antes -y nos es cuestión de retrotraer la memoria a muchas décadas- cualquier dignatario, determinado funcionario o un simple empleado de cualquier dependencia, ante la primera manifestación de descontento, daba un paso al costado en clara señal de dignidad y respeto a su propia persona y a la entidad para la que brinda su concurso; defendía -es preciso hablar en pretérito- su actuación al margen de ataduras, de presiones, de intereses. Eso es lo que se conocía como una “digna postura”.

Hoy, cuatro altos funcionarios del sector público, desdicen dolorosamente de los preceptos de nuestros mayores y de lo que los de nuestra edad nos convencimos: aquello de la actuación ceñida a lo digno. Son al menos cuatro ciudadanos -para el ejemplo- dos de ellos elegidos por votación popular y los dos restantes designados por entidad competente, que, siendo cuestionados por la ley, se mantienen orondos y prepotentes en sus cargos, haciendo caso omiso a la vindicta pública que ya los ha señalado.

Son insólitos ejemplos de la indignidad, permitidos insólitamente por las leyes nacionales; la razón no consiente lo inaudito, si se quiere hasta extravagante, que dos altos funcionarios públicos encarcelados por acción preventiva, mantengan sus cargos y prebendas y, lo que, es más, continúen “despachando” los trámites esenciales desde los rincones de sus mazmorras.

O que un Alcalde y una Prefecto, soportando medidas cautelares y con dispositivo electrónico en sus tobillos para que la justicia sepa dónde están y no se fuguen, sigan gobernando los destinos de la ciudad y de la provincia que los eligió.

Realmente es sorprendente. Como que el sentido de la dignidad se ha perdido hasta en la vigente legislación nacional; el apartarse voluntariamente de sus funciones hasta que concluyan los procesos legales, no es un reconocimiento de culpa y tampoco negar el principio de presunción de inocencia, simplemente es cuestión de decencia y respeto.

“…Cualquiera tiempo pasado fue mejor…” lo dijo Jorge Manrique.