¡Con la educación no!

Carlos Arellano

A última hora el COE Nacional decidió suspender el retorno presencial a clases. Con esta decisión el presidente Guillermo Lasso demostró tomar decisiones a la ligera para intentar esquivar los problemas que afectan al país.

Postergar el regreso a clases afecta especialmente a las familias de escasos recursos económicos que no pueden costear un plan de Internet o no disponen de un computador para que sus hijos puedan estudiar.

A la par se emitieron una serie de restricciones para enfrentar la emergencia sanitaria, como, por ejemplo: reducir el aforo permitido en establecimientos comerciales, aprobación de niveles de riesgo epidemiológico por cantones, teletrabajo en el sector público y más.

En el primer año de la pandemia miles de niños, niñas y adolescentes desertaron de la educación pública por la falta de recursos. Al parecer el presidente no está informado de esta realidad ni ha preparado un plan para mitigar los efectos del nuevo brote de coronavirus en el ámbito educativo, porque cerrar los centros de educación no es un plan.

¿Qué cambió en el sistema de educación en estos ocho meses de gestión? ¿El Gobierno ha protegido a los niños de la violencia intrafamiliar? ¿Cuántos niños, niñas, adolescentes e incluso jóvenes universitarios de los estratos sociales más bajos recibieron un computador con conexión a Internet? ¿Cuántas familias han recibido una transferencia de capital para costear la alimentación de sus hijos? ¿Cómo enfrentará el Gobierno el deterioro de la salud mental de los estudiantes?

Es innegable que la nueva ola de contagios que enfrenta el país es provocada por la irresponsabilidad de algunos ciudadanos. Sin embargo, es inaceptable que los centros de educación permanezcan cerrados mientras actividades no esenciales como bares, cantinas, burdeles, etc., estén permitidos de funcionar. El Gobierno no puede exigir que todos los estudiantes vuelvan a las aulas, pero debe responsabilizarse por los alumnos que, por la precaria economía de sus familias, necesitan volver a clases presenciales.

Es incomprensible que el Presidente se vanaglorie del alto porcentaje de vacunación en niños, niñas y adolescentes, pero al mismo tiempo los condena a una pobre educación virtual, improvisada, inhumana y martirizante.