Competencias insólitas

Jaime López

Luego de cumplir a medias lo que dispone el control médico sobre las horas que debe dormir, luego de sus doce o catorce de labores, supone la persona que al sintonizar cualquier estación de televisión o radio, ojalá no le impongan escuchar como noticias primordiales la cantidad de sicariatos que ocurren en el País en el que por desgracia le toca vivir, por supuesto no acierta en su selección, aparte de que anoche su equipo perdió,   entonces los sueños que invadieron su supuesta tranquilidad no fueron de los mejores, al ciudadano clasificado como millennial, centennial o de cualquier clase, no le queda otra que maldecir en silencio y salir al jardín buscando respirar el aire no contaminado para que ingrese a su interior. Regresa a su aposento y le sumergen en la maraña de las estadísticas para que se entere  que está integrando una comunidad que en el país está en primero, segundo, tercer lugar, como distintiva por la cantidad de asesinatos, sicariatos, cometidos por tráfico de drogas, extorsiones, por los recaudadores de los chulqueros, por los vendedores de puestos y cargos públicos, por los que ahora están seleccionando al periodista que con valentía y sin miedo, ubica en donde se hallan los corruptos y sus mentores. Entonces, las maldiciones y los fervientes deseos de mandar al carajo a su provincia, a su lugar donde vive, se escuchan  en cuadras a la redonda, siente también la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, como canta su interior y ataca al prójimo reclamando su disposición de estar de acuerdo, de declarar todos la guerra contra los que se creen que desde su escritorio burocrático hacen algo para terminar con esos que se creen Jueces y dictan condenas contra  elementos policiales que un aciago día, para ellos, eliminaron a los delincuentes, cumpliendo con su responsabilidad y luego de artimañas asquerosas reciben condenas de trece años de prisión, a estos jueces que se creen humanos hay que condenarles a vivir en pocilgas, y a los otros que se creen líderes porque usan poncho y sombrero, hay que declararlos sicarios que convierten las provincias y comunidades en sitios donde el asesinato es un modo de vida.