Mujeres invisibles

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero

Existen ‘mujeres invisibles’, que lo son porque ya nadie las quiere ver. Heroínas de un mundo más íntimo, el de su hogar; su centro y motivación de vida, fue siempre su familia. Quiero hacer visibles a las mujeres que hicieron realidad su sueño de ser esposas, madres y abuelas, y que cumplen ese papel con responsabilidad, sin dudar de su rol. Mujeres, señoras de su casa, reinas de un territorio que nacía en su regazo y se extendía a los confines del alma de sus hijos.

Mujeres anónimas porque no aparecen en internet, ni en el diario, ni en la reseña histórica de un país, pero que fueron y son reales, que vivieron en mi casa, en la tuya, y que quizás están ahí todavía, pero las hemos dejado de ver. Ellas son las grandes consejeras, porque tienen la experiencia de los años, pero sobre todo la sabiduría del corazón. Ellas curan el dolor, el físico…, y el otro, el que más duele, porque tienen el beso y el abrazo que curan los males del alma; y guardan los polvitos mágicos en el bolsillo de su delantal. Magas de la cocina, porque hacen pócimas deliciosos con tres ingredientes que hallaron en el refrigerador. Administradoras de bienes, porque conocen muy bien el significado de ‘ahorrar y de no malgastar’.

Expertas recicladoras, maestras del tejido, del bordado y del remiendo. Diseñadoras de disfraces, constructoras del sistema solar y la tabla periódica. La harina no solo la usaban para hacer pan, tortas o galletas, ellas conocían el arte del engrudo y del papel maché. Estas mujeres invisibles no salieron a las calles a protestar por sus derechos, porque no los diferenciaban de sus deberes, un compromiso de vida que lo viven con responsabilidad y fidelidad a su ser.

Ellas, no tienen tiempo para esas cosas, su mundo interior está copado de amor para la familia y eso las convierte en ‘mujeres invisibles’.

Nueva Acrópolis Santo Domingo