La materia básica

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

Recuerdo cuando era pequeña sentarme a lado de mi papá y verlo en silencio con el periódico. Siempre le preguntaba qué le veía de interesante a ese ‘montón de letras’, él respondía: algún día me lo leerás tú. Claramente, para una niña de siete años, eso no entra en su lista de cosas por cumplir cuando crezca. ¿Que eso no lo hacen solo los adultos? Qué equivocada estaba. 

Cuando estamos aprendiendo a leer en la escuela nos dan libros con dibujos, lo cual hace que sea mucho más fácil de interpretar su mensaje. En el colegio ya no pasa lo mismo, se vuelve más aburrido. Libros de filosofía, historia, literatura… no suele llamar la atención de todos, y a el que sí le llama la atención, ¡vaya raro! Sin embargo, los profesores recalcan la importancia de leer, que con ella aprenderemos más. A mí no me parecía algo relevante, todos los libros en el colegio se veían poco llamativos.

Personas nuevas que conocí con el paso de los años eran fanáticas de la lectura, de todo género; al ver que a ellos les gustaba tanto, decidí darle una oportunidad a un libro, “escoge algo que te guste”, me decían. Lo resumo en la mejor decisión que he tomado. Aprendí tanto, no solo porque empecé a interesarme por más libros de diversos temas, sino porque adquirí lo desconocido para muchos: buena ortografía.

Al tener este nuevo hábito me di cuenta de que yo no escribía tan bien como pensaba, que lo que me enseñaban en la escuelita era más importante de lo que se decía. 

Una palabra, una tilde, una coma pueden cambiar el contexto de todo un párrafo. Agarrar un libro, una revista, un periódico te aparta de la ignorancia. Y no es que debamos empezar a estudiar a profundidad la lengua o las reglas de escritura, debemos conocer lo básico para poder expresarnos de manera correcta.

Bien lo dijo Fernando Lázaro Carreter: “La ortografía no es una sopa de letras”. Esto está presente en nuestro diario vivir y hay que prestarle más atención. Hoy puedo decir que con gusto me sentaré a leerle el periódico a mi papá todos los días, porque, sin yo saberlo, él solo quería inculcarme la materia básica.

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