En algún momento de nuestra vida los ciudadanos hemos sentido que nos gobiernan los inca, pero no me refiero al imperio más extenso de la América precolombina, sino a los incapaces que están en diferentes cargos de la función pública y que lejos de mejorar el servicio y dar un plus valor a su trabajo son una piedra en el zapato del pueblo.
Reconocerlos es sumamente sencillo, no entienden el significado de la palabra solución, para ellos todo es complicado, parecería que sin dádiva de por medio no funcionan. En mandos medios generalmente directores departamentales, siempre serán los que tienen un trámite por meses esperando una simple firma. Caso puntual el Departamento de Avalúos y Catastros del GAD Municipal de Santo Domingo, más de 8 meses un trámite ingresado y pasa de mano en mano como piedra caliente, sin que nadie quiera agilitar el informe para la baja del impuesto que estuvo erróneamente determinado.
Eso, por mencionar un ejemplo, pero ¿quién no tiene su propia odisea cuando de servicios públicos se trata? Si vamos a niveles más altos como las labores de las y los gobernantes, la verdad queda corto este artículo para mencionar las falencias que experimentamos los ecuatorianos. Hablar de un buen gobierno requiere en esencia acciones concretas en el mejoramiento de la calidad de vida, salud, educación y justicia. La lucha contra la corrupción, la delincuencia común y organizada, así como la observancia de los derechos humanos y la preservación del medio ambiente.
La única manera de combatir a los inca en el sentido aquí expuesto, es denunciarlos de forma abierta, basta de tanto abuso y falta de respeto hacía los ciudadanos que somos quienes pagamos sus sueldos.