Impera la impunidad

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

En Ecuador impera y prevalece la impunidad y digo esto porque recientemente un padre fue disparado estando al lado de su hija de cinco años, por uno de los dos delincuentes que andaban en moto, luego de propinarle un cachazo para arrebatarle un celular, en un acto por demás cobarde y violento; preguntamos ¿qué derecho le asiste al delincuente para arrebatar lo ajeno?, y lo que es más indignante, arrebatar la vida de cientos de inocentes.

 No hay justificación alguna, aunque algunos periodistas y políticos trasnochados tratan de justificar aseverando, que la causa es la falta de trabajo; permítanme decepcionarlos porque psicosocialmente no es verdad, y es fácil comprobar lo contrario; ¿acaso cuando el delincuente viola a la ancianita de ochenta años es porque no tiene trabajo?, o cuando violan al niño de dos años o cuando le sacan el corazón a una persona o  descuartizan a un ser humano ¿es por falta de trabajo?, no distinguida audiencia, la razón obedece a una mala formación hogareña y una posesión demoníaca.

Esta degeneración se la podría arreglar en seis meses, con un presidente decidido a hacer justicia con equidad, pero sin asambleístas, acompañando  algunas medidas inmediatas, primero: el que mata, que se mate él mismo  de inmediato;  el que viola, castrar  sus testículos,  una pena de 20 años;  el que amenaza y extorsiona, llevarlo a la  cárcel por  20 años y que trabaje para auto sustentarse ahí adentro o que los padres lo sustenten en la prisión; por tener parte de la culpa; suspender a los jueces y trasladar la  autoridad a los  jurados de Justicia conformado por el pueblo.

 Suspender la tabla de droga, ordenar que la gente buena pueda portar armas legalmente y autorizar legítima defensa, garantizando su inocencia automáticamente cuando se evidencia la flagrancia o se demuestra la necesidad de su uso; no permitir la impunidad, ni tener miedo a los derechos humanos; ya que estaríamos protegiendo el derecho superior humano de la gran mayoría. Después de cuatro años, armar una nueva Constitución y leyes coherentes con el momento histórico al que vivimos. Hasta que permitan ese tipo de soluciones, que Dios nos ampare.

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