Desigualdades étnicas

Anita Caicedo

Cuando en el Ecuador se habla de políticas de Igualdad y diversidad se hace exclusivamente de políticas de género o identidad sexual. No hay prácticamente ninguna institución pública, tampoco la mayoría de las privadas que tenga la palabra IGUALDAD en su denominación, que contemple con un mínimo de seriedad el tema de las desigualdades étnicas de los Pueblos y Nacionalidades. Regularmente las políticas de Igualdad y diversidad se encargan a organismos dedicados al estricto cumplimiento de una agenda local sobre este tema. Un síntoma claro de la incomodidad que provoca hablar de desigualdades racial en todo el Estado, es cuando se convierte en normal escuchar y observar de manera retórica que somos país lleno de “oportunidades” y que “todos somos iguales”, existiendo una diferencia abismal de la teoría a la práctica.

Está claro que un país que niega sus debilidades y problemáticas es difícil que emprenda políticas públicas serias para combatirlas. Este posicionamiento institucional tiene unas derivaciones complejas, y va más allá de un decreto y sus políticas “incluyentes” porque cuando se habla de políticas de Igualdad se habla de las mismas que ya están establecidas para cumplir con una planificación, y lo mismo pasa con la diversidad, pues el problema no está en los temas a abordar ni en las cosas que puedan cambiar, si no en los modelos ya establecidos y la trascendencia alcanzada.

La negación y el desconocimiento de las políticas de desigualdad étnica llevan a la irrelevancia de las mismas, la falta de proyectos serios más allá de una serie de ocurrencias muy vistosas, que en la mayoría de los casos acaban en la Folclorización de las costumbres y tradiciones de los pueblos y nacionalidades de la nación, en lo que perpetúa estereotipos y acaba teniendo una incidencia mínima en la población en general.

¿Que nos manifiestan nuestros gobernantes de cualquier color político y en cualquier nivel de la administración con este comportamiento? Nos dicen que el tema de las desigualdades raciales no cuenta. No es importante, o que ya está superado con mayor o menor fortuna. Bajo ese contexto debemos reflexionar, sin igualdad de oportunidades, no puede existir igualdad de condiciones.

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