Crueldad tergiversada 

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

La crueldad es el lenguaje humano básico, la forma en que aprendemos a tratar a otros seres vivos, incluso si no crecimos conscientemente con ella. Se nos enseña a buscar un lugar en una pirámide grande y arbitraria, sin importar lo que tengamos que hacer para conseguirlo y mantenerlo.

La sinceridad es la capacidad de no faltar a la verdad. Ser una persona sincera significa no mentir en ningún ámbito de la vida. Enfrentar situaciones con este valor nos ayudará a ser personas dignas de confianza.

El abogado Ignacio Isusi dijo: “La sinceridad sin empatía es simplemente crueldad”.

La empatía permite al ser humano conectarse emocionalmente con quienes lo rodean, sin embargo, ¿esto es algo positivo? Algunas veces implica autosacrificio, incapacidad para poner límites y dificultad para distinguir entre los sentimientos propios y ajenos. 

No necesitamos esta conexión para ser honestos. El ser cruel también es relativo, una cuestión de percepción.

En muchas ocasiones, es nuestro trabajo hablar con la verdad, y no es una obligación empatizar

Asimismo, la sinceridad, que viene siendo una realidad, no es una ofensa o un ataque si se maneja con el debido respeto. 

Una sinceridad positiva será bien recibida y permite una sociedad donde es más fácil convivir y relacionarse. 

Lo mejor que podemos hacer es decir lo que queremos decir, pero ser sensibles, para encontrar el momento y el contexto ´adecuado’, o buscar la ‘mejor’ manera de hacerlo.

Ser sincero sin poner empatía NO significa decir la verdad sin prudencia, sin límites y sin tener en cuenta a los demás, debe predominar la tolerancia y respeto. No obstante, puede ser peligroso, porque la sinceridad aplicada sin inteligencia emocional termina ocasionando ‘daños’ innecesarios

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