Armas de fuego

Diana Luzuriaga

Diana Luzuriaga Vera

El actual contexto de inseguridad ciudadana ha generado un sinnúmero de propuestas e inquietudes que buscan hacerle frente al fenómeno delictivo. Este es el caso de los debates relacionados con el uso civil de armas de fuego.

Hay que reconocer que este es un asunto muy delicado, la gran mayoría de quienes deciden obtener legalmente un permiso de porte y/o tenencia lo hacen bajo la premisa de que esta medida servirá de protección ante la posibilidad de tener que enfrentarse a criminales.  Quizás muchos de los lectores están pensándolo, yo misma lo he considerado y esa es la razón de investigar y escribir al respecto. Por lo que compartiré datos importantes que debemos conocer, previo a la toma de esta decisión.  

Varios estudios muestran que un arma en la vivienda significa que: es 12 veces más probable el fallecimiento (accidental o voluntario)  de un miembro de la familia que de un delincuente; en los hogares donde la mujer  es víctima de violencia doméstica implica 7 veces más riesgo de muerte; en los estados transitorios de depresión o alcoholismo el suicidio puede ser más común. Estos son solo tres aspectos que dan cuenta de la inmensa responsabilidad que conlleva tener un arma en casa; por lo que es indispensable conocer los parámetros de uso, contar con la aprobación de un especialista en psicología, haber tomado cursos, establecer planes de acción que involucren a la pareja, familiares y acompañantes, entre otros varios requisitos fundamentales. 

Si bien es imposible negar que existen factores que nos obligan a cavilar sobre la adquisición de algo tan extremo como un arma de fuego. De ninguna manera pretendo promover su uso. Lo que intento es que antes de cualquier decisión nos inteligenciemos y actuemos de forma madura y responsable para resguardar nuestra vida, la de nuestros seres queridos y el bienestar de la sociedad en general. 

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