En el artículo anterior se había mencionado que en la Grecia Clásica la ciudadanía griega implicaba y exigía la actividad política, la colaboración de los ciudadanos en la toma de decisiones, tal como lo está haciendo ahora el presidente electo Guillermo Lasso, quien prefiere gobernar sintonizando el sentir del pueblo ecuatoriano antes que realizar pactos con quienes no han dado una salida adecuada a sus acuciantes problemas.
Ya que estamos inmersos en la antigua Grecia, considero permitente mencionar a uno de sus principales filósofos, Aristóteles, a quien se le denominaba “el estagirita”, pues era originario de Estagira, una pequeña ciudad situada en el norte del mar Jónico. Aristóteles tenía su escuela, que fue conocida con el nombre de Liceo y también con el de Peripatos, por la costumbre aristotélica de enseñar y debatir las cuestiones filosóficas caminando.
Aristóteles acuñó esta impresionante frase: “El hombre es un animal político”, significa que el ser humano se diferencia de los animales, entre otras cosas, porque vive en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor medida, con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos.
El ciudadano preferido de las autoridades es el idiota –según la definición griega- quien dice con mucha pompa: “yo no soy político, soy apolítico”, “yo no me meto en política”. Por esta misma razón, si un ciudadano no se “mete” en política, lo hará otro, y así estará sometido a lo que dicen los políticos. Por eso lo aliento, estimado lector, a participar activamente en política para que no nos sigan gobernando los mismos de siempre, esas momias recalentadas que aparecen, indefectiblemente, en el período de elecciones, como si ellos fueran los únicos predestinados a participar en política.
Continuará.