La delincuencia ha superado todo límite de control en el Ecuador; pues en cada ciudad existen bandas organizadas que han azotado a la gente honrada y de trabajo. Han causado la quiebra de muchos negocios por el robo del que han sido víctimas por varias ocasiones. Los principales delitos contra la propiedad son el asalto y robo en las calles, en locales comerciales, en domicilios, robo en afueras de los bancos, robo de vehículos y celulares; a estos delitos la doctrina los describe como infracciones menores.
Qué diremos de los delitos mayores como asesinatos, violaciones, secuestro express o plagio… Ahora bien, nadie puede desconocer que la policía con sus grupos de élite preparados en el exterior desarticulan bandas diariamente, poniendo incluso en riesgo sus vidas para detener a sus integrantes y someterlos a órdenes de la justicia; paradójicamente, en cuestión de horas salen a causa del “debido proceso”.
El control se ha ido de las manos debido a la arremetida delincuencial que cada día se prepara más, incluso con armamento de alto calibre, cuyo permiso de porte no es requerido; al mismo tiempo se ha desarmado a la población civil al exigir muchos requisitos para su registro.
Se pensó que con Fuerzas Armadas en las calles disminuirán los delitos dado el respeto que aún mantienen, pero no, pues los maleantes acompañados de la fuerza de la droga ya no tienen temor ni respeto a los agentes del orden. Claro está que no se trata sólo de control policial o militar, hay que ir más allá, a efecto de cultivar valores en nuestros niños y jóvenes; tenemos que aumentar el empleo y el sistema de salud.
Aún más, se debería instalar un sistema de rehabilitación carcelaria, ya que en la práctica no existe, para que al egresar de las cárceles los ex reos salgan con un empleo y un mínimo instrumental de trabajo que sirva para sustentar a sus familias. Hasta aquí, cero en seguridad.