Carroñeros

Nicolás Merizalde

No nos merecíamos esto. Ni los que prestaron su cara, su voz y hasta su causa para inflar el ego de algunos, ni quienes en su casa han vivido estos días presas del pánico, la escasez y la ira de no poder trabajar porque otros se lo han impedido.

Esto solo puede ser un éxito para quienes se aprovechan del caos, y esos no son líderes sino carroñeros sociales, dispuestos a usar las ideas ajenas para ganar poder. Me da pena compararlos con los animales, porque ni si quiera ellos son capaces de abusar de su especie. Sería obtuso que las organizaciones sociales que les han dado sus brazos se sigan prestado a ese juego destructivo. La reincidencia solo confirmaría la culpa.

A los ciudadanos no les interesa el comunismo indoamericano o la madrugada neoliberal. Les interesa trabajar y vivir en paz y por lo tanto el mantenimiento del orden y la democracia porque fuera de ella campea la brutalidad.

A quien me «de» defendiendo derechos, le pediría ahorrarse el disgusto. No todos estamos representados en un líder no elegido cuando habla por el «pueblo». La voz del pueblo es la voz de Dios, y que yo sepa Iza no es menos mortal que yo.

El desagarro de este país es evidente. Nos han hecho pensar que como unos alimentan a la ciudad y otros comen del campo no nos necesitamos. Mentira. Nos necesitamos todos y quien lo niegue busca carroña.

Tampoco nos merecemos que el gobierno incumpla su plan, pero la democracia nos brinda oportunidades para lograr reprimendas al poder sin alterar la paz ciudadana. Quien las evite en su terca negación al diálogo, busca carroña.

Esos carroñeros que asumiendo una causa justa generan luchas fratricidas para chupar del caos. Esos capaces de justificar el envenenamiento masivo, la extorsión, el robo y otros delitos por una empatía partidista, o sea falsa.

A esos, no los merecemos, no nos representan, no los necesitamos.