Los ecuatorianos debemos decirle al mundo y a nosotros, si estamos vivos como seres pensantes o si somos organismos que esquivamos la pandemia, sumidos en una agonía fabricada fuera de nuestras fronteras, ahora es cuando debemos empezar a solidificar la herencia, que debemos dejarles a los hijos y nietos, límpida y refulgente, ahora es cuando no hay que olvidar a los delincuentes que durante catorce años maquillaron nuestra geografía, interior y exterior, repitiendo hasta el cansancio la misma cantaleta, empeñados en promulgar un socialismo que nunca ellos mismos pudieron explicarlo, ahora es cuando, ahora o nunca, debemos comenzar a construir el Gran Acuerdo Nacional, despojado de las ideologías baratas que son despojos de lo que pudo ser y no fue, integrando movimientos y colectivos que piensen positivamente, no que se queden inmersos en el ejercicio de culpar al otro de haber hecho lo que nosotros no lo impedimos, ahora es cuando debemos actuar combatiendo desde nuestras trincheras, sin esperar que la voz de un líder imponga la voz del líder que todos llevamos dentro, ahora es cuando debemos convencernos que nuestros valores culturales no han muerto, que la solidaridad debe vencer al egoísmo, que no hemos olvidado nuestro hermoso idioma que no es obstáculo para conversar con el mundo entero, que la globalización y la integración, que el emprendimiento y actividades sustentables, deben ser materias dictadas desde la escuela, ahora luego de catorce años de ignominia criminal, debemos estar convencidos que el voto del próximo once de abril será un grito inmenso, que la sonoridad de su himno cantado por millennials, centennials, hombres y mujeres, que con absoluta firmeza han rechazado el voto nulo o el voto blanco, decore la elección de un Presidente enlazado a la pulcritud de su candidatura y no a la asquerosa designación del títere , amañado por Atamaint y compañía. El voto debe ser por Guillermo Lasso. Por nuestro futuro.