¿Adiós a los fotorradares?

Carlos Arellano

La máxima autoridad municipal, Diana Caiza, ha reiterado su compromiso de no renovar el polémico contrato de los fotorradares, a cambio de «implementar nuevas modalidades para la educación vial». Si durante años el temor a ser multados por exceder los límites de velocidad jamás ha educado a los conductores, ninguna campaña de concientización lo hará. ¿Acaso esta errada decisión es parte de la planificación y regulación del tránsito y transporte terrestre que prometió la alcaldesa, la cual consta en su plan de trabajo?

Contrario a la decisión de la señora Caiza, Ambato requiere de más radares ubicados en distintos sitios estratégicos de la ciudad, incluidas las áreas rurales, así como por la construcción de reductores de velocidad, especialmente en áreas escolares y zonas residenciales. Esta necesidad es evidente, por ejemplo, en lugares como la avenida Víctor Hugo, la avenida Atahualpa, la avenida Galo Vela o la avenida Miraflores, las cuales, en horarios de menor afluencia, se convierten en auténticas autopistas.

Por otra parte, es necesario que la Municipalidad diseñe e implemente un plan maestro de movilidad sustentable que considere aspectos como la instalación de sistemas inteligentes de semaforización y control de velocidad, la construcción de estacionamientos en los nuevos polos de desarrollo, la peatonización de avenidas y calles céntricas, la construcción de carriles exclusivos para bicicletas, el mejoramiento y ampliación de aceras y pasos peatonales, la construcción y mantenimiento permanente de vías, la promoción de campañas de concienciación y educación vial, sanciones ejemplares para los conductores (automóviles, motocicletas y bicicletas) y transeúntes que irrespeten la Ley, la prohibición de circulación de vehículos privados en horas pico, entre otros.

También es prioritario rediseñar el sistema de transporte público, con frecuencias regulares que incluyan recorridos en las noches y fines de semana, tarifas justas y seguridad para los usuarios. Esto puede incluir la ampliación de rutas, la incorporación de sistemas de videovigilancia en los autobuses y de controles de velocidad en tiempo real.

Una ciudad sin seguridad vial, aunque no tenga un solo fotorradar, jamás será atractiva para el comercio ni para el turismo.