Vuelven los peores fantasmas

Alejandro Querejeta Barceló

Un termómetro de lo que podría venir después de las elecciones de agosto, si algunos anhelantes de recuperar el poder triunfan, son las embestidas contra la fiscal Diana Salazar. En su caso el odio y la sed de venganza desplazan al pensamiento racional. El primer paso fue acusarla de plagio en su tesis universitaria, ahora se habla de irregularidades en sus actuaciones en ciertos y puntuales casos.

Esto solo ha empezado, pues los discursos de odio proliferan. Basta con repasar la entrada y salida de ministros y funcionarios en el Gobierno para tener una idea de a quiénes eventualmente se dirigirán los cañones. O entre aquellos que en la Asamblea Nacional obstaculizaron los planes desestabilizadores y golpistas del bloque correísta y sus adláteres.

La ética de la responsabilidad, aquella que en el caso de la política nos dice que sus operadores tienen que ver más allá, preocuparse por las consecuencias de sus dichos y hechos, brilla por su ausencia entre quienes quieren a toda costa adueñarse de todos los poderes del Estado.  Lo que pasa, desde luego, por entronizar a un líder providencial, un monarca incombustible que pasará por encima de la Ley en aras de concretar sus vendettas.

Vuelven los peores fantasmas del pasado al país. La propaganda política de los que buscan solo la revancha se aleja por definición de la verdad. La presión se redobla por momentos. Contar medias verdades o medias mentiras para sembrar confusión con objetivos electoralistas es el método que está a la vista, junto a las teorías de la conspiración y abundantes ‘fake news’.

A todo este repertorio se añaden las amenazas contra las personas o contra sus familias. Los ataques a la Fiscal están para corroborarlo. Rechazar las afrentas es lógico, lo que no lo es premiar a quienes urden y ejecutan tanta sordidez. Se requiere esfuerzo, dedicación y reflexión para, con la Constitución y las leyes, vencer tanta infamia.

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