Venta de cargos

La ineptitud a veces parece no tener límites. El control a la compra-venta de cargos públicos tiene un guion patético, en medio de la invención de secretarías: Anticorrupción y de Seguridad Pública, que raya en lo grotesco y rufianesco de un desprestigiado gobierno. Es indecoroso e indecente no depurar la burocracia heredada y las doctrinas en las universidades del correísmo. Aduanas, Petroecuador y el Ministerio de Agricultura ya registran denuncias en marcha; pero falta poner el dedo en la llaga en salud y educación: jefes de hospital y en la rectoría de la educación superior.

La ingenuidad de Ítalo Cedeño, gerente de Petroecuador (destituido por nombrar funcionarios por pedido de su esposa) no es un tema de simple estupidez sino de torpedeo y manipulación a un frágil gobierno sin un mínimo de autoridad y sindéresis política. El firmar a la carrera contratos laborales no tiene el peso de recuperar el dinero robado. Los pagos injustificados, por más de USD 24 millones a la empresa Nolimit C. A., entregados por obras en la Refinería de Esmeraldas, alguien tiene que recuperarlos.  Y hay indicios de responsabilidad penal que caen como relámpagos en granizada.

El manoseo del nombramiento del Superintendente de Bancos viene atado a la conducción del IESS y la crisis financiera de su banco. No es un asunto de agendar citas médicas ni de desabastecimiento de medicinas solamente sino de una quiebra anunciada del Biess y el hiper-clientelismo rampante. El nervio central de un sistema de seguridad social perverso sujeto a favores, puestos y votos. Esa práctica ruin del correato por crear hasta partidos políticos pero con los dineros ajenos de afiliados y jubilados.

No importa el rango; cada cual tiene su precio. No olvidemos a Ernesto Ripalda por una presunta negociación en el Ministerio de Agricultura; o, el caso Danubio y la red de asociación ilícita que pedía USD 3 millones por un cargo. Lo que se viene será muy difícil en puertos y aduanas; pero también en la entrega de becas, consulados y rectorías de universidades. Tanto como las directivas de bancos y cooperativas que buscan reproducirse entre la mediocridad reinante sin rendir cuentas. De ahí, el eslabón y cambio de la relación política/corrupción está en echar abajo el clientelismo del líder del partido oficial y los nexos de los candidatos con el crimen organizado. Nada más.

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