Un Gobierno de coalición

Milica Pandzic

“A mí me dan ministerio completo o nada”, ha sido la frase que ha hecho noticia esta semana. Una frase que deja entrever las conversaciones que posiblemente se han dado —y se siguen dando— a la interna de los partidos políticos, especialmente frente a las potenciales negociaciones que rodean el juicio político contra el presidente Lasso.

¿Las negociaciones y acuerdos entre partidos políticos son malos? No por sí mismos. Son un buen pilar para una democracia inclusiva, y beneficiosos para la gobernabilidad. Incluso, en otros sistemas de gobierno llegan a ser muy comunes los gobiernos de coalición, los cuales a través de acuerdos permiten que dos o más partidos gobiernen en conjunto, compartiendo espacios de poder; lo que incluye ministerios.

El problema es que en nuestro país las negociaciones entre partidos suelen ser desesperadas, canalizadas por contextos y coyunturas, de muy corto plazo, y con una alta probabilidad de que prevalezcan los intereses personales y que sean hechos por debajo de la mesa; lo que a su vez aumenta la probabilidad de corrupción y clientelismo político.

Y aunque acuerdos cercanos a la idea de un Gobierno de coalición vendrían muy bien para un país tan polarizado como el nuestro— cuyo Gobierno necesita el apoyo de todos los partidos—, los partidos políticos parecen no estar interesados en la construcción de una visión conjunta a largo plazo, en planes de gobierno en conjunto —lo que justificaría representantes de otros partidos en ministerios— ni en una verdadera incidencia política conjunta.

Los acuerdos entre partidos se dieron en torno a la conformación del CAL y de las bancadas de la Asamblea, seguramente se dan en torno a la aprobación de leyes, y hoy al parecer también se están dando en torno al juicio político. Pero hasta ahora ninguno comprende un proyecto en conjunto del cual Ecuador podría salir beneficiado.