El embajador de EE. UU. habla, el gobierno no

Ugo Stornaiolo

Cuando hablan los embajadores estadounidenses, agitan las aguas. En 1996, poco antes de la caída de Abdalá Bucaram, el entonces embajador, Leslie Alexander, hablaba de la corrupción de ese régimen. En 2008, Heather Hodges criticó al entonces presidente Rafael Correa por la venta de los canales incautados y más temas. Correa declaró a la diplomática “persona non grata” y la invitó a dejar el país.

Michael Fitzpatrick no tiene pelos en la lengua en lo que dice. Desde su llegada al país ha hecho algunas declaraciones. Primero habló sobre la justicia y de cómo campea la corrupción, así como la penetración del narcotráfico y el crimen organizado en las estructuras de poder.

Luego habló de los narcogenerales, de la lentitud de los procesos judiciales y la liberación de delincuentes por jueces venales. “Los corruptos no solamente mueven fichas en el sector público. Están lavando su plata en bienes reales, cuentas bancarias y empresas ficticias. Sus testaferros ahora están metidos hasta la pasión nacional: el fútbol, usando algunos equipos para lavar su plata”, dijo ahora. Ya le pidieron nombres…

Los más “revolucionarios” lo acusan de intromisión en la soberanía nacional, pero lo cierto es que el funcionario dijo cosas preocupantes. Basta revisar a quiénes se negó o retiró visas para viajar a EE. UU. El embajador dice en voz alta lo que muchos callan: en el país prevalece la sapada, el robo, la corrupción, el lavado de dinero y más cosas que se “normalizaron”. El vivo -político- vive del tonto que vive de su trabajo. Los políticos hacen gala de lo que, en otras circunstancias, sería hasta inmoral.

El Ecuador es un país muy violento: “al terminar este año, se ubicará entre los tres países del hemisferio con las tasas más grandes de homicidios”, declaró el diplomático. Auge delincuencial (matan por error), desigualdad, un país excluyente y sin oportunidades que expulsa a los jóvenes, una justicia venal, fronteras permeables a negocios ilícitos (trata, tráfico de drogas y armas). En lugar de avergonzarse, algunos miran a otro lado o reclaman “por la soberanía”, como los “socialistas del siglo XXI”.

Fitzpatrick advirtió a los “funcionarios públicos, líderes de partidos, empresarios, autoridades judiciales, y hasta faranduleros que piensan que no serán detenidos: permítanme decirles, están equivocados”. El embajador cantó las “plenas”, como cantaron Alexander, Hodges y otros. Pero, las “ofensas” del Tío Sam no deberían ser para quedarse callados o para hacerse los pendejos.