Síndrome de Estocolmo

Es un estado psicológico en el que una persona detenida en contra de su propia voluntad desarrolla una relación de complicidad con quien lo ha secuestrado. Se trata de un conjunto de síntomas que identifican de manera inconsciente a la víctima con su agresor; todo lo contrario de quienes siendo víctimas hablan con desprecio o indiferencia de sus captores. Si alguien es retenido y pierde su libertad, para sobrevivir puede desarrollar lazos afectivos hacia sus captores. Es una relación individual e idiosincrática que no puede ser generalizada pero que asume ideas, motivos o razones que emplean los secuestradores con sus víctimas y por la que terminan identificándose mutuamente.

La situación estresante y traumática que vive el Ecuador, con una posición pasivo-agresiva ante quienes le ofenden en todos los niveles e instancias de poder, genera que se active este instinto de supervivencia. La situación de inestabilidad, desequilibrio e incertidumbre aumenta la angustia, la ansiedad y el temor en la población, que se tambalea entre la aceptación y la indefensión.

Rebelarse ante el inminente peligro de volver a vivir el pasado, trae consecuencias desagradables pero necesarias para la vida de la gente. Los problemas políticos, económicos y sociales van en aumento. Los alcances del agresor, que vive en exterior por razones legales, éticas y morales, junto con sus camaradas, no tienen límite ni vergüenza. Tomarse los poderes del Estado de manera calculada y sincronizada, ponen en alerta a un Gobierno temeroso y sin ideas para contrarrestar la arremetida, mientras carece de líderes e instituciones que lo protejan del agresor con el que convive: el síndrome de Estocolmo está presente en Ecuador.

La imposibilidad de identificarse como víctimas ante tantos hechos públicos bochornosos hace que mucha gente se vea como le gusta al invasor, incluso pueden compartir intereses comunes luego de haber tranzado en varios episodios de la vida nacional. ¿Será que quienes gobiernan el país han adquirido una dependencia emocional al fugitivo que burló a la justicia? Definitivamente, la coyuntura actual no puede considerarse como un mecanismo de defensa inconsciente.