Sin economía sólida, nada funcionará

Alejandro Querejeta Barceló

El tiempo todo lo cura, es cierto, pero para subsanar los errores, ineptitudes, lagunas y groseros descuidos del gobierno actual y de los que le antecedieron, no dispondrán de mucho los ecuatorianos. Las elecciones del 20 de agosto estarán precedidas por una campaña política breve, tumultuosa en las redes sociales y poco creativa en los medios que habitualmente se han usado con estos fines.

La inseguridad, economía, política social, democracia y sostenibilidad son los grandes temas previstos para el debate presidencial el 13 de agosto. Durante una crisis, se tiende a creer que todo va a ser distinto luego de unas elecciones, pero no es así en nuestro caso. En estos cinco temas las soluciones no son a corto plazo, y el gobierno próximo, de salida, vendrá con muy poco tiempo a su favor.

Desde Marx a la fecha, se sabe que, para tener una sociedad más justa, instituciones democráticas sólidas y sostenibilidad, se requiere de una economía sólida en todos los sentidos. Por desgracia, es de lo que Ecuador carece. Y el viejo problema será más complejo, si tras la consulta del Yasuní, los votantes dan un tajo de muerte a la explotación petrolera.

La verdad y la mentira son algunos de los temas de campaña. Se lanzan soluciones ideales, pero la realidad es diferente. Reducir gastos, eliminar subsidios o dejarlo todo como está no son la respuesta, tampoco los esquemas impracticables de cambio utópico. Desde esta perspectiva, los interesados en que el país no se siga hundiendo se preguntan qué hacer.

Hay que volver al sentido común. Forjar con acuerdos de largo plazo el crecimiento económico sigue siendo bajo en términos históricos y los riesgos financieros han aumentado. La economía está en un momento muy incierto, y si no tenemos una economía sana, todo lo que se haga en lo demás está condenado al fracaso.

Poco podrá hacerse si el próximo gobierno y la Asamblea Nacional no se despojan de la niebla de la sospecha y la conspiración que han lastrado hasta hoy la gobernabilidad en el país. Como nunca antes, se requiere establecer políticas sólidas de Estado basadas en acuerdos consensuados en materia económica y social. Toda cruz tiene su cara.

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