Sicosis de noviembre

Kléber Mantilla Cisneros

El terror puede llevar a una nación a la sicosis y la paranoia muy rápido. El país vive un conflicto armado interno con ataques criminales de manera consciente por la clase política: 64 policías asesinados o más, un toque de queda aventurado y la paralización de una terminal terrestre en semana festiva, el miedo por carro bombas y explosivos en gasolineras, las amenazas cínicas desde prisiones con el secuestro de personas y la extorción delictiva sádica. Un tal Fito y un JR más determinantes que las marcas de gaseosas o aerolíneas. Lo peor es la no participación directa del Ejército en una decisión grosera fijada en la Constitución que solo beneficia al terrorismo organizado.

No hablamos de un castigo para el delincuente sino de razonar los peores crímenes de una guerra y una serie de sucesos de lesa humanidad como el tiroteo en una casa de salud. Esto por leyes irracionales que premian al criminal y aseguran que el narcotráfico siga delinquiendo. Una impunidad magistral inaceptable y reiterada que calza como un estímulo para más violencia y multiplica exponencialmente el delito y los crímenes.

La guerra del Estado, esta vez, implica la arremetida y disputa entre bandas de la narco-delincuencia y la carencia de infraestructura e inteligencia militar y policial. Por eso, no se puede debilitar a la fuerza pública con medidas parche fracasadas, ingenuas y repetidas. Es importante reconocer el estatus político de los narcos en los poderes Legislativo y Judicial. Incluso, repensar la traición electoral por quienes votamos por el anticorreísmo y contra el crimen organizado. No sobra recordarlo; la falta a la palabra y traición a lo acordado en campaña electoral a los ciudadanos que nunca han delinquido.

Al mismo tiempo, un régimen que propone una consulta popular para que un ejército profesional —inexistente ahora—, sea profesional en calles y cárceles. Pero, habría que matizar: fuerzas del orden contra narcopolíticos. Una solución: eliminar entidades creadas por el correísmo que controlan superintendencias, universidades y cortes; sin duda, el narcotráfico amenaza la soberanía, integridad territorial y abusa del miedo.

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