Seguridad y pacto social

César Ulloa

La inseguridad se combate con un acuerdo nacional en el que quedan por fuera las mezquinades, bajezas y protagonismos sobredimensionados de una clase política torpe, sin perder de vista sus intereses cruzados con la mafia como ya se ha denunciado. También hay que correrse del lugar común de que las expresiones de violencia son nuevas, pues los ejércitos que integran las bandas no nacen de un día para otro. Son, más bien, el acumulado de años de operación, en este caso de manera silenciosa, organizada y lubricada con mucho dinero. Sus armas rebasan la tecnología que tiene la Policía Nacional y el Ejército. Nunca antes habíamos vivido entre el miedo y la ira. Miedo por la incertidumbre e ira por cuanto mucha gente quiere resolver el problema con la Ley del Talión.

Estamos en un punto de inflexión, de quiebre, un parteaguas. Lo que se decida ahora condicionará el futuro del país. A la vuelta de la esquina están las realidades de Colombia y un poco más lejos, tenemos a México. Lo que sucede no es un fenómeno nuevo, pero sí que se exacerba y perfecciona debido a la tecnología y las comunicaciones. El acuerdo nacional al que me refiero requiere cabeza fría, inteligencia, estrategia, recursos y profesionales que tienen oficio. No se puede enfrentar la ola de delincuencia más violencia con improvisación, buenas intenciones, discursos al aire. El tratamiento es otro y eso requiere generosidad de todos los actores y sectores para plantearnos un país distinto.

Tampoco se enfrenta al crimen organizado en las redes sociales con interacciones vacías desde el anonimato, pues el efecto es contrario. No es un tema de youtubers facebookers o instagramers. El clima de opinión es adverso, pues legitima el miedo, la zozobra y también la ley de la selva: sálvese quien pueda. Estamos en un momento en que la serenidad y la inteligencia deben sobrepasar a la bravuconería y la chabacanería de los líderes políticos que claman por unos votos para las elecciones de febrero. Al país, lo ganamos y sostenemos o lo perdemos. Llegamos al punto de quiebre en la peor crisis que atravesamos: económica, política y social.