Alcaldía de Quito o proselitismo

Sara Serrano Albuja

Los verdaderos patriotas siempre se identificaron con la luz que solamente la unidad intrínseca de la ética con la razón otorga, por eso la familia Montúfar acogió en su cultivada casa a Humboldt y el militar Carlos Montúfar integró, desde su  meritoria sapiencia académica, las expediciones ulteriores científicas del brillante Alexander y de Bonpland. Las luces al servicio de la ética, la ciencia, el arte y la libertad han trascendido históricamente a la oscuridad en todo lugar. Esa luz es parte de nuestro patrimonio quiteño. Las imposiciones fiscales de la Corona en 1765 produjeron la Revolución de los Barrios en Quito en rechazo a este abuso que pretendía la exacción de los recursos monetarios quiteños. El historiador Ekehard Keeding, escribe  que tal imposición, además, “produjo el colapso de la exportación de paños tejidos a los territorios vecinos”.  Quito nunca aplaudirá a una administración que sojuzgue económicamente a la ciudad o haga parte de mafias delincuenciales. Clara es la diferencia entre el brillo de quienes defendieron a Quito, como lo hicieron el célebre Alonso Moreno Bellido o el libertador Carlos Montúfar y los próceres, en contraste con los deshilachados de alma, politiqueros turbios judicializados. La comunicación municipal debería motivar y poner en común lo mejor de la ciudad. Los quiteños deberemos estar vigilantes de cuánto espacio, que no sea partidismo clientelar, hay realmente en los medios municipales para nuestros creadores, investigadores, gestores o emprendedores. He escuchado, en estos días, la hermosa arpa del virtuoso músico Ricardo Uribe,  vecino del barrio América radicado en Alemania, país que le ha acogido y ha visto florecer su talento. En Novias de la noche, Ingapirca en luna llena, Cocada esmeraldeña, Páramo y otras melodías se ve su esfuerzo creador. Ramiro Uribe visitó Quito en estas semanas y compartió su arpa con destacados músicos; ojalá la Radio Municipal estuviese buscando ávida a la gente que aporta con arte y ciencia a la ciudad. Los escritores, pintores y artistas de verdadera trayectoria en Quito carecen de espacios en su propia ciudad para poner en valor su producción y legado. ¡Qué nostalgia tiene Quito de la promoción intelectual y cultural que sí hizo el FONSAL! La Radio Municipal que los quiteños pagamos con nuestros impuestos, debería ocuparse de impulsar a la cultura de Quito, a sus más honorables y destacados intelectuales y a sus agendas ciudadanas. ¿Sería capaz la Radio Municipal, por ejemplo, de entrevistar al destacado  jurista, ensayista y catedrático quiteño Guido Escobar Pérez, candidato a Contralor ninguneado por el omnímodo Cpccs? Desde la enorme responsabilidad de ser patrimonio que Quito y Galápagos comparten, podría la radio Municipal haber hecho un seguimiento al descubrimiento científico  de una fuente hidrotermal en nuestro Archipiélago gracias a los estudios del Instituto Océano Smichdt y la Fundación Charles Darwin o dedicar espacio a los reportes críticos de los residentes del Centro Histórico en materia de la movilidad y conservación pero, con nuestro dinero público, se ha preferido dar espacios al proselitismo populista y sabatinesco que no rinde cuentas.

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