No puede, no sabe, que se vaya

Salvatore Foti

Ecuador depositó sus esperanzas y confianza en el candidato Daniel Noboa porque se nos dijo y convenció de que el correísmo sería peor. Sin embargo, peores han sido el desgobierno de Lasso y el de Noboa, que en apenas 100 días se encamina al fracaso antes del año y medio que le tocaría.

El presidente no tiene excusas, ya que el país no le explotó en las manos, sino que ya venía siendo destruido institucional y socialmente desde dos gobiernos anteriores. Por ende, debía tener un plan de gobierno capaz de solventar los problemas que siguen atormentándonos.

Lamentablemente, a Noboa el cargo le queda grande y no cuenta con el apoyo de parte de la prensa nacional, que sigue enamorada de Guillermo Lasso y del frente de los que a pesar de ser parte de la destrucción del país ya están en campaña  para las próximas elecciones.

 A Noboa le quedan muy pocos caminos y entre ellos está su renuncia. Lo único que ha hecho hasta hoy ha sido convocar a una consulta absurda con temas que pueden resolverse fácilmente en la Asamblea, e incluso promueve que vuelva el juego de casinos en un país conquistado por el narcotráfico y el lavado de dinero.

El presidente, hasta aquí, no puede ni sabe cómo hacer las cosas. Merecemos una respuesta contundente por parte del Estado, pero el presidente es rehén de su propia imagen y de su divorcio con la realidad. No le dejan hablar ni pronunciarse cuando hay casos de crisis profunda que amenazan la existencia del mismo Estado, y de los ciudadanos que hoy vivimos indefensos.

El presidente debía tomar acciones contundentes desde el día uno, pero está desaparecido. A lo mejor la vicepresidenta debería calentar motores y prepararse para reemplazar al actual mandatario que ha decepcionado a propios y extraños.

La situación solo va a empeorar, ya que las organizaciones criminales han demostrado su poder y ni las FF.AA., ni la Policía ni el Gobierno han sido capaces de reaccionar, pues les tiembla la mano justo ahora que se necesitan autoridades patrióticas dispuestas a jugarse la vida por el bien del país, que repito, hoy ha sido conquistado oficialmente por un enemigo de carne y hueso que manda a todos los niveles.

Si el presidente no entiende que estamos en guerra y no adopta una política a la altura de la situación, será el responsable histórico de la capitulación del Estado y de Ecuador entero. Esperemos que la dureza de las opiniones, como la mía, lo hagan reaccionar, pues somos muchos los que pensamos lo mismo.