Inseguridad lacerante

Rosalía Arteaga Serrano

Cada día se suceden noticias angustiosas, muertes violentas, cobro de vacunas, sicariato, fuga de las prisiones, ataques contra la propiedad privada y la pública. Todo ello es causa de conmoción general, de preocupación por el futuro inmediato, ya que las condiciones de vida de las personas se van deteriorando y la confianza en salir adelante, como ciudadanos y como país, parece más lejana.

En estos días, la fuga de un reconocido criminal, jefe de grupos mafiosos, pone nuevamente en jaque a las autoridades carcelarias, a la Policía Nacional y también al recién estrenado Gobierno, al que le resultará difícil abundar en soluciones en el corto período que le toca ejercer el poder.

Se anuncia la construcción de nuevas cárceles, que puede ser una parte de la solución, para evitar el hacinamiento y además el que, en los mismos centros penitenciarios, convivan delincuentes de alta peligrosidad y otros que tienen situaciones diversas, que no entrañan la necesidad de cuidados tan rigurosos como los primeros.

Pero también se hace necesario encontrar soluciones más creativas que han dado resultados en otros países y es el trabajo de expertos tanto con los presos como con los guías penitenciarios, con iniciativas que sirven para calmar la agresividad y por lo tanto la violencia en los centros de reclusión.

El Arte de Vivir es una iniciativa de Ravi Shankar, un gurú de la India, y a través de ella propone la pacificación de sectores y personas violentas, valiéndose de la experiencia adquirida en países como los Estados Unidos de América o Argentina, con trabajos en las prisiones que arrojan notables resultados.

Si la situación es tan compleja como la que se ha vivido en los últimos meses y años, creo necesario probar diversas iniciativas que pueden arrojar resultados importantes en el camino de pacificar espacios violentos y dar un espacio de aliento para la sociedad en su conjunto.