La individualidad y el caos

Rodrigo Contero Peñafiel

Todos debemos tener un propósito para dar sentido a nuestra existencia. Cuando se sigue ciegamente el camino del ego, las ambiciones personales, el engaño y el mínimo esfuerzo para ser una persona equilibrada con buenos sentimientos y deseos de superación, el único destino viable es el fracaso. Cuando priman los valores, se actúa con honestidad, dignidad y ética, las personas se engrandecen porque saben que su existencia dejará huellas imborrables en su familia, la sociedad, el país y el mundo.

A pesar de los años vividos, muchas personas no encuentran el propósito de su vida. Sin embargo, hay que tener presente que hacer algo positivo tiene más sentido que atesorar fortunas mal habidas. El país requiere con urgencia gente comprometida con el bienestar de todos, no requiere condicionamientos de ningún personaje que tenga como únicos propósitos el caos y la convulsión social, porque su ego está sometido a su inconciencia. Es absurdo pensar que todavía existen seres humanos que siguen viviendo en un pasado lleno de miseria, injusticia, tortura y corrupción.

Mientras el goce de los derechos se expande y el mundo reacciona a los males cometidos por los imperios fascistas y comunistas, la mayoría de las sociedades han elegido la respuesta sociocéntrica, que antepone las necesidades de los grupos y las instituciones y subordina las necesidades de los individuos; por el contrario, una respuesta individualista que ubica a los individuos en el centro, permitiendo que la sociedad se convierta en su sirviente ha sido ampliamente rechazada.

Cuando se dispone de algún talento o habilidad, lo mejor es ponerlo al servicio de la sociedad para llegar al éxito con conocimiento, diálogo y mucha dedicación. Cuando se practica la profesión, el trabajo y la vida pública se requiere de honestidad y compromiso para tomar las decisiones más adecuadas; caso contrario, se vivirán en el ocaso. No es momento para comparar a los políticos de vieja data que solo influyen en la vida de la gente con un pensamiento paranoide, porque su mente nunca estuvo preparada para vivir como personas racionales.