Reencuentros… con la honestidad

Son frecuentes las imágenes de niños pobres y desnutridos con mensajes desgarradores:  “Vivo en un país tan grande que todo queda lejos: educación, comida, salud y vivienda”, yo aumentaría, en cambio lo más cercano: la corrupción.

Para analizar ese daño, tan antiguo como la humanidad, recurramos a la historia, con el propósito de no repetirla y, especialmente, crear conciencia para combatirla.

En Mesopotamia, eran normales los ‘tratos económicos’ con los poderosos; en Grecia, Pericles “El  Incorruptible” fue acusado de ‘negociar’ en la construcción del Partenón; en Roma, los ladrones eran escoltados y decían: “las ropas de los gobernantes están llenas de bolsillos”.

En la Edad Media el robar era un pecado, fácilmente borrado con la confesión;  ya Dante los ubicó en el infierno. En la Edad Moderna, Napoleón solía decir a sus ministros: “roben pero administren bien” y en la misma Francia, Talleyrand, personaje político, decía: “el hombre que más roba es un hombre de talento”.

Con el capitalismo llegó una burguesía con más habilidades para la trampa y con los totalitarismos de los siglos XX y XXI, ya una pestilente gangrena.

 Indudablemente, en el mundo subdesarrollado  es donde hay más corrupción. Dicen que es algo ya inextirpable. Está en todos los lugares y no está en ningún sitio, factor que dificulta su desaparición.

Según encuestas, en nuestro país no representa nada. Hay otras preocupaciones; sin embargo,  contrariamente a esos datos, ahora con denuncias (Comisión Nacional de Anticorrupción, Fernando Villavicencio), indagaciones  (Diana Salazar), procesos judiciales y sentencias (jueces probos), hay aliento y esperanza.

Una fase importante para combatir la corrupción es la prevención y se sitúa en la educación.  Nada se hace, ni por insinuaciones: placas, frases en las aulas, minutos cívicos, concursos. O no las comprenden o los miedos son grandes, tanto que, en los llamados “Reencuentros” se habla de temas pedagógicos, socio-emocionales y lúdicos, importantes, pero no tanto como los “Reencuentros… con la honestidad”.