Quito y sus dilemas

Contar con la primera autoridad, legalmente estable, en el Municipio de Quito en el poco tiempo que queda para finalizar el periodo para la que fue electa es una condición necesaria de gobernabilidad, pero no es una condición suficiente para reparar tres periodos seguidos de experimentos administrativos sin ningún norte más que el interés del Alcalde de turno y la mayoría que le respaldó con claros intereses alienados con los diversos grupos económicos y de presión, quienes siguen tratando de hacer de la ciudad un conjunto de feudos (léase contrataciones). La tarea en la transición no es sencilla ni rápida tampoco, porque requiere de un amplio consenso de los diversos sectores de la ciudad en los tres temas más importantes: inseguridad, reactivación económica y movilidad, aunque el más relevante debería ser la formación de la población en ciudadanía.

Las tres problemáticas más apremiantes para Quito no pueden ser abordadas de manera secuencial, aislada ni entre pocos “sabios”; al contrario, se deben instalar mesas ciudadanas que actúen de manera paralela, integrada y con criterios de pluralidad, pero desde una base técnica y altamente ética, es decir, debe haber un conjunto de propuestas consensuadas, con soluciones y recursos que hagan posible las acciones. Entonces, mientras menos tiempo se pierda en esto, la ciudad podría levantarse, poco a poco, del letargo en la que se encuentra, debido a la apatía ciudadana por la inoperancia política y la corrupción, las consecuencias de la pandemia y la fragmentación social.

Tal vez, no nos alcanzaría la vida para determinar y sancionar a los responsables de la corrupción, esclarecer los procedimientos que utilizaron y las complicidades en las últimas administraciones, pero sí podemos trazar un plan a dos velocidades para combatir esta peste. Una comisión permanente que se encargue de indagar la corrupción sistemática y otra que diseñe e implemente un mecanismo de prevención, contención y mitigación ante posibles intentos de robo y otros delitos. Las personas que sean electas para estos cargos deberán pasar todos los filtros que demuestren su honestidad a toda prueba.