Quienes en verdad mandarán

Todavía flota en el aire la pregunta acerca de cuáles fueron las condiciones que los políticos socialcristianos le pusieron, a cambio de su apoyo, al presidente electo Guillermo Lasso. Luego de los recientes anuncios relativos a los nombramientos de los nuevos ministros de la futura administración, queda claro que no estamos, en absoluto, ante un acuerdo ideológico. Resultaba tentador pensar que lo único que unía al nuevo presidente con el viejo socialcristianismo era la aversión al correísmo y que, tras la victoria, sobrevendría un frente común para batallar en el campo social contra los efectos de tantos años de adoctrinamiento. Aparentemente, era una expectativa ingenua.

El que Lasso haya optado por hacer concesiones en los nombramientos de esta semana y, sobre todo, marcar distancia en lo social con el conservadurismo a ultranza que se hubiese esperado de alguien con sus antecedentes demuestra cuán poco importante resulta ese ámbito para la nueva alianza rectora de Ecuador. Son áreas visibles y bulliciosas, cuyos avatares despiertan arduos debates y estridentes manifestaciones, convocan la atención y el pronunciamiento de todo ciudadano o analista, pero el poder verdadero no está ahí.

Solo quedará claro quiénes mandan en el país, y cuánto manda cada quien, una vez que se anuncie quiénes estarán a cargo de aquellos sectores en los que está el dinero: finanzas; energía, minas y electricidad; agricultura, ganadería y pesca; comercio, producción e industria; y turismo. También tendremos pistas cuando sepamos quiénes tendrán a su cargo la fuerza del Estado: gobierno, defensa y recaudación tributaria. Cualquier cambio estructural o transformación real, se verá allí.

Es posible que dentro de unos días, veamos que la riqueza del país estará una vez más en poder del grupúsculo rentista que lleva décadas cayendo de pie, que el poder verdadero recaerá sobre los mismos nombres que escuchamos desde los ochenta y noventa. De ser así, al igual que con Mahuad y con Moreno, el socialcristianismo otra vez habrá ayudado a un hombre ambicioso a cumplir su sueño de status a cambio de todo lo que verdaderamente importa en el país. Ojalá que no.

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