Que se frían en su propio jugo

Frase que se refería a los italianos en la II Guerra Mundial, pues luego de haberse aliado con la Alemania nazi, sufrieron las consecuencias de la derrota y fueron abandonados a su suerte. Es lo que se observa en Latinoamérica con relación a los países cooptados por el Socialismo del Siglo XXI o simpatizantes de esta especie de reencauchada ideología entre marxismo, populismo y revanchismo, sin resultados positivos para sus pueblos.

Andrés López Obrador, quien parece que habla en cámara lenta, algo quiere ayudar a la Cuba en crisis, contratando a sus médicos, sin exigirles la revalidación del título, pagándoles solo el diez por ciento —pues el 90 por ciento va para el gobierno cubano—. En lo demás se ha vuelto más capitalista que Biden y más abusivo que el derechista y efectivo Bukele. Boric no quiere que su país se convierta en una Venezuela, Cuba o Nicaragua, pues sería el último clavo del ataúd del izquierdismo radical. Petro con su discurso alborotado de que ha vuelto Pinochet en Chile, es objeto de burla o de indignación en ese país; y de perplejidad al designar a Maduro “garante” del proceso de paz en Colombia, cuando aquel no logra la menor concordia en su país.

Fernández ya sufre las consecuencias de su izquierdismo peronista, de hace cincuenta años, que ha enviado a la Argentina al tercer mundo, cuando estaba, antes de Perón, entre los más prósperos del globo. Solo le queda hacer las maletas llenas de “recuerdos”, cambiar jueces o poner las “balas a remojar”, pues no puede salir de la crisis económica, moral y social que vive tan maravillosa nación, donde ni las pistolas “funcionan”.

Lo cierto es que Cuba, Venezuela, Nicaragua, se están quedando solos y como se dijo de Italia se “freirán en su propio jugo”, ya que nadie quiere compartir sus fracasos. Su Santidad Francisco, siempre tan neutral, espera que se cumpla la profecía de Bolívar y San Martín de que habrá una unidad latinoamericana. Que Dios le oiga.

El Ecuador, hastiado del correísmo e Iza, ansía que estos preparen su propio jugo. Es cuestión de esperar sentados que tal hecho suceda, como decían los sabios chinos.