Presidenciable

Matías Dávila

Matías Dávila

Para analizar cuál debería ser el candidato perfecto en esta coyuntura, hay que partir de la situación actual. Sin embargo, para saber cuál es la realidad tenemos dos caminos: uno, creer que vivimos en el Ecuador que nos cuenta en sus fantásticos informes el presidente Lasso, muy parecido a las portadas de las revistas ‘Atalaya’, llenas de árboles frutales y de gente multiétnica dándose abrazos; el otro es subirse a un bus y entender morochamente lo que los ojos alcanzan a ver. 

Yo me quedo con la segunda. No me presto para ser caja de resonancia de un señor al que le tengo muy poca vibra desde el tema de los CDR. Hay que decir las cosas como son, tal vez conociéndole, pero tampoco es que salto en una pata para que pase (estoy seguro de que a él le pasa lo mismo). Los lassitas dirán —con cierta arrogancia— “El señor Presidente ni debe saber que existes”… pero mucho me temo que la SECOM se ha encargado de hacer que los dos hagamos ‘match’ en algún informe de contenidos de prensa. 

Pero me estoy yendo por las ramas. ¿Quién debería ser Presidente? No necesitamos un Presidente sino una Junta de Gobierno. En una sociedad en donde quiero encontrarme con mis amigos de la infancia que no he visto en años y utilizo Facebook; o en la que quiero aportar en la construcción de una idea al otro lado del mundo y utilizo Twitter; o quiero encontrar pareja para tener hijos y ser feliz y utilizo Tinder, me cuesta creer que no exista una aplicación en donde todos podamos canalizar nuestras necesidades a través de una computadora (e-government)

Eso de estar llevando la botella de whisky para que el ‘profe’ te pase de año, es motivo solo de anécdota. Pero en la vida política del país sigue siendo sumamente vigente. Seguimos entregando ministerios por votos y hay quienes defienden este sistema al considerarlo democrático. No necesitamos una persona sino un grupo de técnicos. La debacle es política; entonces para qué seguir eligiendo políticos.