¿Por qué hace falta otro grito de independencia?

Han pasado 213 años de la noche en que algunos quiteños se reunieron en la actual casa parroquial del Sagrario (entonces habitada por Manuela Cañizares). Antonio Ante, Morales, Quiroga, Riofrío, Salinas y el Marqués de Selva Alegre —Juan Pío Montúfar—, organizaron la conjura. Las consignas libertarias de Espejo calaron hondo en los criollos.

En dichos cónclaves se hablaba de la mala situación de España, tras la pérdida de hegemonía de su armada invencible y de la guerra que la metrópoli sostenía con Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia. La idea de los criollos no era emanciparse del dominio español, sino erigir un Gobierno autónomo, que respondiera solo ante el Rey Fernando VII.

La Junta Suprema se estableció el 10 de agosto de 1809 y duró casi un año, cuando muchos patriotas pagaron con su vida el desapego a las autoridades del Virreinato. Los conjurados nombraron al Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar, como presidente. La actuación de Manuela Cañizares fue determinante. La junta no tuvo el apoyo esperado desde Guayaquil, Pasto y Cuenca, leales al nuevo soberano.

La intervención de Bonaparte en España había alertado a las autoridades virreinales y audienciales en América para integrar Juntas, compuestas mayoritariamente por aristócratas, comerciantes y terratenientes, según Enrique Ayala Mora, para gobernar en nombre de un supuesto rey «legítimo», Fernando VII, desconociendo las resoluciones napoleónicas. En Quito fue sofocado un intento previo en 1808.

Desde los Virreinatos de Lima y Santa Fe de Bogotá llegaron tropas para reprimir a los insurrectos ofreciendo «perdón y olvido» para los complotados, pero la mayoría fueron apresados (exceptuando al Marqués de Selva Alegre y a Antonio Ante). El 2 de agosto de 1810 el pueblo salió a las calles y fue reprimido por las tropas realistas. Murieron cientos de ciudadanos. En la cárcel del Cuartel Real de Lima fueron asesinados dos de los cabecillas de la revuelta, Juan de Dios Morales y Manuel Quiroga.

En 1811 la Junta Superior de Gobierno, presidida por Carlos Montúfar, convocó elecciones para la Asamblea Constituyente del 2 de diciembre de 1811 surgiendo el «Pacto Solemne de Sociedad y Unión» entre las provincias del Estado de Quito (15 de febrero de 1812), primera prueba de la nueva nacionalidad de este país.

El país necesita personas decididas a entregar su vida y cambiar el orden de las cosas para rescatar un país que se está desangrando por la corrupción y la delincuencia y va perdiendo sus esperanzas.