Pichincha e Ibarra, historia y hermandad

Sara Serrano Albuja

“No acierta mi pluma a explicar a vuestra Señoría los gravísimos sustos, trabajos y pérdidas que nos han causado las tropas enemigas con la entrada a este cantón. Todos los venerables curas y yo hemos andado prófugos por cerros y caminos incógnitos sufriendo hambres, malas noches e incomodidades. Fui uno de los apetecidos y buscados por los jefes enemigos que apetecían mi total ruina. De modo que si no hubiera llegado nuestro gran héroe, el señor Libertador, que Dios guarde por muchos años, hubiéramos sido víctimas y no hubiera quedado viviente alguno en todo este Cantón”.  Este fragmento epistolar es uno de los valiosos aportes que el investigador ibarreño Pablo Rosero Rivadeneira compartió  en su conferencia ‘De la Batalla del Pichincha a la Batalla de Ibarra (1822-1823)’ dictada en la PUCE de Quito. En esta carta dirigida por el sacerdote Pablo de Santa María al Dr. Calixto Miranda y Suárez  se  resalta la victoria de Bolívar sobre las tropas realistas de ocupación, se aplaude la victoria de Bolívar y se pide, curiosamente, el nombramiento de patriota para el Río Chota.

Como parte de su investigación, Pablo Rosero sostuvo  que el primer colegio de Ibarra fue fundado por jesuitas; mostró, además, un dibujo de esa Villa atribuido a Francisco José de Caldas en el cual se observa el perfil de las iglesias y Yuracruz;  también indicó los datos de los censos de Ibarra, Caranqui, Pimampiro, Huaca, Tusa, Mira, el Puntal, Cahuasquí y otros lugares registrados en 1779 y 1825. Ya en el marco de la Batalla de Ibarra, el investigador mencionó que algunas ciudades se conmocionaron sabiendo de la avanzada del temible coronel Agustín Agualongo con sus ejércitos realistas desde Pasto y recordó que en Quito, hasta los ancianos, querían enlistarse para defender a la ciudad hermana de Ibarra que había sido fiel al llamado del procerato quiteño libertario del 10 de Agosto de 1809. Al tono de esta prolífica conferencia, le cabría muy bien el parafraseo que reza que la sencillez es la cortesía del filósofo. La historia de las gestas patrias nos une, así como  nos une nuestro patrimonio cultural que es riqueza espiritual y vínculo trascendente. La virgen del Rosario también ha unido a Quito con Ibarra desde hace más de cuatro centurias. Su imagen fue llevada por el gigante artista de la Escuela Quiteña, Fray Pedro Bedón y Díaz de Pineda a Ibarra y reposa en la iglesia de Santo Domingo desde 1605, un año antes de la fundación de Ibarra liderada por el capitán quiteño Cristóbal de Troya. Este 7 de octubre se celebrará a la Virgen del Rosario que aún espera su restauración prometida, como lo corrobora el Padre Miguel Ángel Vega Beltrán, actual vicario de la Parroquia de Santo Domingo. La autoridad cultural actual debe estar a la altura de la historia y la cultura de los pueblos.

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