Paridades

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Carlos Freile

Vaya por delante mi absoluta convicción de que hombres y mujeres en cuanto seres humanos somos iguales en dignidad y derechos. Todos, hombres y mujeres, tenemos capacidades para desempeñar diversas actividades. Dentro de cada grupo sexual se dan escalas de solvencia: existen hombres y mujeres más aptos para ciertas acciones que para otras; hombres y mujeres pueden ser más inteligentes o más hábiles en sus propios grupos… Pero también estoy convencido de que las mujeres son superiores a los hombres en aspectos básicos de la convivencia en las comunidades humanas, pues tienen mayor apertura a la empatía, a la comprensión, al acuerdo. Las mujeres nacen con corazón de madre. Esta cualidad no es un elemento social, sino producto de la naturaleza, por ello están más capacitadas para el cuidado de la prole en sus primeras etapas de desarrollo y para comprender sus dilemas más tarde. Los hombres no nacemos con corazón de padre, lo vamos forjando con la experiencia (y a veces nunca lo logramos).

Dicho esto, me llama la atención eso de la ‘paridad de género’ en las candidaturas para dignidades políticas. Para que esta obligatoriedad fuera efectiva se debería exigir que en todos los partidos políticos hubiera el mismo número de hombres y mujeres inscritos, dada la obligación de la pertenencia a esas colectividades para participar como elegibles.

Y ya en este camino, se me ocurre otras preguntas: ¿por qué no se exige paridad de edades?¿o paridad de títulos académicos? Y si no paridad, ¿por qué no equilibrio? Tantos candidatos entre 18 y 28 años, igual número entre 29 y 39, y así… Si hasta hace poco teníamos un porcentaje alto de semianalfabetos ¿por qué no exigir otro igual de PhD, de doctores, de licenciados….? Sin llegar al extremo de exigir paridad en la sensatez, me explico: mitad de sensatos, mitad de insensatos, o en la honradez…

Bienvenidas las mujeres a la política (recordemos que a Rosalía Arteaga le robaron la presidencia con alevosía), pero más bienvenido el tiempo en que nadie se fije ni en sexo, ni en raza, ni en origen, ni… y solo en capacidad de servicio y de entrega para elegir autoridades.