La posverdad

Paco Moncayo Galllegos

El grave conflicto que enfrenta a dos países tan cercanos como México y Ecuador, es también una confrontación de narrativas, algo usual a lo largo de la historia política que ha cobrado singular actualidad en la sociedad del conocimiento, cuando la casi totalidad de los seres humanos se encuentra conectada en red, gracias a la magia de la Internet, convirtiéndose a la vez en emisores y receptores de información. En estas circunstancias, la verdad no importa tanto como la capacidad de posicionar el relato.

A este fenómeno se lo ha bautizado como “la posverdad”. Una distorsión intencional de la realidad de los hechos, que busca manipular las creencias y emociones de distintos auditorios para generar reacciones, modificar actitudes y posicionar agendas políticas particulares.  Importantes académicos reconocen que: “los demagogos son los maestros de la posverdad”.

Así ha sucedido en el escándalo de Jorge Glas Espinel, con dos sentencias en firme y, una orden de prisión preventiva (ambos por casos vinculados con hechos de abominable corrupción); denunciado por intimidación, por su exasistente Soledad Padilla; y, de supuestamente haber recibido millones de dólares en soborno de la empresa Odebrecht, según testimonio presentado en el proceso judicial contra el excontralor Carlos Pólit.

A pesar de todos estos hechos reales y verificables, sus socios y cómplices han pretendido posicionar un relato que lo convierte en héroe del socialismo del siglo XXI y mártir, víctima de la persecución implacable de la oligarquía ecuatoriana y de sus representantes políticos en el poder.  Y claro que lo han logrado, cuando el presidente mexicano se convierte en vocero y abogado de esa espuria causa, a la que defiende desde su alta investidura, ofendiendo a la verdad, al pueblo y al gobierno del Ecuador, al conceder al exvicepresidente ecuatoriano un asilo político a todas luces injustificado, inmoral e ilegal, que ha provocado una entendible aunque no justificable reacción del gobierno, con las lamentables consecuencias que afectan a los dos pueblos hermanos y, en particular, al ecuatoriano. Para superar este difícil momento se requiere de una hábil y profesional campaña informativa para posicionar la verdad y anular el relato falaz y pernicioso.