La Batalla de Pichincha

Paco Moncayo Gallegos

En el año de 1808, Quito soportaba una aguda crisis económica fruto del desmantelamiento de su industria textil, por la competencia de géneros europeos que coparon los mercados coloniales. Prestantes quiteños reunidos en la hacienda El Chillo, el 8 de diciembre iniciaron la conspiración que culminaría el 10 de agosto de 1809, con la conformación de un gobierno autónomo: la Junta Soberana.

Las fuerzas virreinales derrotaron a los patriotas, apresaron a sus líderes y los asesinaron el 2 de agosto de 1810 para luego someter a la ciudad a una despiadada represión.  Bolívar justificó la guerra a muerte contra los españoles afirmando: “En los muros sangrientos de Quito fue donde España, la primera, despedazó los derechos de la naturaleza y de las naciones… las muertes de Quiroga, Salinas y tantos otros, nos armaron con la espada de las represalias para vengar aquellas sobre todos los españoles”.

Llegó el coronel quiteño Carlos Montúfar, se informó de la masacre y se sumó a la insurrección.  El 15 de febrero de 1812, los patriotas proclamaron la Constitución del Estado de Quito con un gobierno popular y representativo. La reacción de los españoles fue desmesurada y combatieron a los rebeldes hasta derrotarlos, el 1 de diciembre de 1812, en la Batalla de Ibarra.

Llegó entonces la hora de Guayaquil que conquistó su independencia el 9 de octubre de 1820 e, inmediatamente, organizó la División Protectora, para liberar a Quito. Dos derrotas en las fatídicas llanuras de Huachi no desalentaron a los patriotas guayaquileños que, con el apoyo de Bolívar y San Martín, iniciaron una nueva campaña. Entonces, fuerzas colombianas, peruanas y guayaquileñas se juntaron en Saraguro, liberaron a Cuenca, triunfaron en Riobamba y avanzaron a Quito para culminar con la brillante victoria del ‘24 de Mayo de 1822’, sellando la independencia del actual Ecuador. José Joaquín de Olmedo celebró el triunfo patriota, destacando la importancia del ‘9 de Octubre’, inicio de la epopeya que llevó la libertad a la ciudad que “… la vio nacer en 1809”.

El ejemplo de unidad, sacrificio y amor a la libertad, de los tiempos heroicos, debería animar a los gobernantes actuales, para así  superar estos momentos aciagos de la vida nacional.