Donde caigo

Pablo Escandón Montenegro

Busco en la programación de la televisión mundial aquellos concursos que retan el conocimiento, como aquellos que produjo la televisión española: “Saber y ganar”, y “El tiempo es oro”, entre los que más desafíos presentaban.

Y es que los programas concurso que se presentan en la televisión ecuatoriana, de este estilo, han sido pocos, entre los que contamos la franquicia “¿Quién quiere ser millonario?” y “¡Ahora caigo!”. Pero más allá del número, lo que demuestran son dos estilos de espectáculo que distan de ser un viaje.

Ojo que la televisión y este tipo de concursos no caen dentro de lo educativo ni formativo; son espectáculo y diversión, que a la final demuestran cuánto sabe la gente sobre temas que pueden consultar en Wikipedia o la inteligencia artificial generativa.

Tampoco es una crítica al sistema educativo, mucho menos, sino que a estos temas de preguntas de “cultura general” son equivalentes a una conversación en la fila del bus o cuando uno toma cita en el médico: para pasar el rato y matar el tiempo.

Todos estos programas de preguntas y respuestas escogen público tipo, es decir, que cumplan con un perfil para que exista respuesta de la audiencia: no podemos decir que el mismo público que vio Master Chef serán la audiencia de la nueva franquicia de preguntas. Nada más lejano de la realidad.

La televisión pública era la llamada a cambiar los paradigmas de este tipo de concursos para un público objetivo diferente, no masivo, crítico y dialogante, es decir, estaba llamada a generar educación con entretenimiento y entretener con aprendizaje, pero todos los gobiernos, incluido este, no saben para qué sirve un medio público.

Por eso, todos los ciudadanos caemos en el ese pozo de no saber qué responder ante una pregunta de cultura general: ahí caigo en mi ignorancia enciclopédica y en mi desesperanza de tener medios púbicos que generen relatos para las ciudadanías.