Conspiranoicos

Pablo Escandón Montenegro

Vivimos tiempos difíciles: violencia, estado de excepción, desempleo y desinformación. Este último ingrediente es uno de los más tóxicos en nuestra sociedad, pues alimenta a los otros.

En su informe a la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados, en España, el proyecto Iberifier, liderado por Ramón Salaverría y otros académicos de la comunicación en ese país, presentaron un documento en el cual describen de qué manera la desinformación no tiene solo que ver con los medios de comunicación o solo con el periodismo, sino con la sociedad en su totalidad.

“La comunidad experta recalca que el tratamiento de la desinformación requiere de la combinación y coordinación de múltiples instrumentos y medidas para mitigar sus efectos a corto plazo y para diseñar estrategias que permitan combatirla de forma estructural a largo plazo. Así, apela a la responsabilidad y cooperación de todos los agentes, desde las instituciones y actores políticos e informativos, hasta las grandes plataformas digitales y comerciales, para no explotar la incertidumbre y la desinformación e incorporar, como moderadoras, medidas para frenarla. El objetivo general es la resiliencia y la alfabetización mediática y digital del conjunto de la sociedad. Para lograrlo, las políticas públicas pueden apoyarse en un amplio conjunto de medidas que refuercen el papel de los principales agentes implicados y de la propia ciudadanía, incluyendo la acción regulatoria”.

El párrafo anterior es parte de lo que los expertos denominan como horizonte, o qué es lo que se debe hacer para acabar o contrarrestar los relatos desinformativos, que tienen mucho que ver con las teorías de conspiración, que en los últimos días se han desarrollado y se han viralizado entre facciones radicales del ‘progresismo’, con miras a negar la violencia de los grupos delincuenciales y a poner en la discusión que todo lo que sucede es culpa del neoliberalismo y sus tretas de los poderes políticos y económicos tradicionales.

La desinformación se alimenta de la ignorancia y el seguimiento ciego a líderes que con una ‘homilía’ reveladora señalan a otros culpables y explican otras realidades, que les convienen.