No se salvan ni los perros

¿Hasta cuándo vas a estar abusando, Catilina, de nuestra paciencia?

Cicerón, n. 106 a. de C.

No hay semana que transcurra de manera normal en nuestro atribulado país. Los noticieros son la crónica de delitos con que tres veces al día alimentan nuestro espíritu cívico. Cuando se reporta los antecedentes de los capturados, un escalofrío recorre nuestros cuerpos, porque todos los delincuentes, cuya identidad es protegida para preservar sus derechos, tienen un prontuario penal de campeonato mundial, coleccionan acusaciones, investigaciones y sentencias.

Esto evidencia lo que las autoridades de control y de investigación han denunciado: la Policía Nacional los captura y detiene, pasan a órdenes de la Fiscalía para las investigaciones y formulaciones de cargos, hasta llegar donde los jueces que dejan en libertad a presuntos y sospechosos de ser autores, cómplices o encubridores.

Dicen los profesionales litigantes que siempre han existido jueces venales, pero esto se potenció con la “metida de mano a la justicia”, cuyo resultado es un manoseo permanente y costoso; tan caro que va en proporción al monto supuestamente saqueado en la misma época.

La duda se despeja cuando aparece un juez que otorga un habeas corpus en favor de un sentenciado que ni siquiera lo ha solicitado y !estando inhabilitado para actuar!

Integran la comparsa los sectores políticos en la Asamblea, que ya ni disimulan su afán de desacreditar a las fuerzas del orden, sin importar las contradicciones en que incurren. Por un lado reclaman por el incremento de la delincuencia, pero por otro restan sus facultades operativas para debilitar su capacidad de acción. Esto se evidenció durante la reciente comparecencia del Gral. (r) Patricio Carrillo, ministro del Interior, ante la Comisión de Derechos Colectivos que estiman que en la última ocupación de Quito por parte de L. Iza, sus seguidores e infiltrados, estos angelitos poco menos que fueron víctimas de una masacre. No emboscaron ni asesinaron policías, no paralizaron el país durante 18 días, no ocasionaron millonarias pérdidas a la propiedad pública y privada, no llamaron a la subversión, no interrumpieron el libre tránsito ni siquiera de las ambulancias. Parecería molestarles que no se les proteja a los anarquistas mientras incendian y destruyen sembríos, calles, plazas y edificios.

A tanto llega la ceguera (¿?), que los policías no podrán hacer el uso progresivo de la fuerza sino hasta después de que el delito se haya consumado. O sea, lo mismo que le hicieron a la Contraloría: le retiraron la facultad de impedir los atracos en las contrataciones públicas suprimiendo el examen previo, para que emita sus informes sobre hechos consumados a cargo de contralores de su equipo. Genial!!!

No tienen límites. Pese a que las Naciones Unidas han declarado que nuestro país se encuentra en el tercer lugar en la lucha contra el narcotráfico, 96 asambleístas acaban de impedir el uso de animales en la labor policial. Pretenden que no se utilicen caballos en la dispersión de manifestaciones, ni canes amaestrados para detectar drogas en requisas. ¿Por qué será que no quieren colaborar en la lucha contra la violencia, el crimen y el narcotráfico?

Lo cierto es que, cualquiera sea su afán, en su esfuerzo no se salvan ni los perros.