Murales, muralistas, grilletes y negociados

Por Ugo Stornaiolo

La prefecta del grillete superó sus límites. Tras tres años durante los que lo más notorio —y sombrío— de su gestión fue entregar maquinaria, insumos y víveres a los indígenas que asaltaron Quito en octubre del 2019 —por lo que se la sentenció a usar grillete—, tuvo el descaro de decidir un cobro adicional en la matrícula vehicular de este año por el mantenimiento de vías en la provincia (hay que ser ciego para no ver su calamitoso estado).

No solo eso. Tanto quiere Pabón reelegirse (en uno de los pocos espacios que mantiene el correísmo), que hace cosas extravagantes como contratar, por la insultante cifra de casi medio millón de dólares, un mural pintado por Pavel Égüez, conocido artista y militante de la revolución ciudadana, a quien ellos consideran como “el mejor muralista”. ¿Un mural? Los murales de Rivera, Orozco y Siqueiros caducaron mucho antes de que cayera el muro de Berlín.

Los correístas siguen buscando adueñarse del arte, como cuando galardonaban a ciertos pintores con el Premio Espejo (con un pago mensual que sale del bolsillo del contribuyente) y la promesa de lealtad de esos artistas a la “revolución ciudadana”. O cuando Paco Velasco o el excandidato Arauz (¿por dónde andará?) firmaban contratos al apuro en el ministerio de Cultura, para festivales artísticos de alabanza al caudillo.

Encima, Pabón contrató a Radio Pichincha Universal, liderada por otro alfil del correísmo, Orlando Pérez, para realizar cuñas, radionovelas y spots de televisión para conmemorar los 200 años de la batalla del Pichincha (esa radio no hace TV). Las sumas de esos contratos -más de $400 mil- hacen palidecer a los que creían que el tiempo del despilfarro había terminado. Es San Martín, no Martí, como dijo Pabón en una entrevista en esa radio.

La prefecta del grillete se juega su reelección a la prefectura en 2023, como hizo su coideario Augusto Barrera (¿alguien sabe dónde está?) en su último año de alcaldía —2014— haciendo obras al apuro —y mal hechas, como el redondel del Condado y el paso a nivel de San Carlos— tras realizar “estudios y diagnósticos” en sus tres primeros años.

Además, Pabón tuvo el cinismo de ir a la Comuna y a La Gasca a “ayudar” a los damnificados del aluvión, junto a otros políticos carroñeros, como el exalcalde Yunda (volvió a ser “el loromero” de Canela), la precandidata Maldonado, un tal Alejandro Rodas o Wilson Merino, intentando, con kits de ayuda, ganar votos. Ojalá la memoria del pueblo pichinchano no sea de corto plazo y no los elijan; Quito y Pichincha no se lo merecen.