Realidad virtual

Por Alfonso Espín Mosquera

Es cierto que los tiempos han cambiado, que las costumbres de antaño se han sustituido por nuevas formas, que lo que antes era distraído, tal vez ahora no nos llama la atención. De hecho los niños actuales han encontrado divertimentos dentro de casa y sobre la pantalla de algún aparato tecnológico, soslayando la naturaleza y sus particulares posibilidades. El viento, las cometas levantadas en el cielo, los trompos roncando en la arena, las canicas en bomba y  otros juegos, solamente quedan para que los que no conocieron se asombren pensando que eso podía ser divertido.

Las páginas de papel de muchos libros morirán cerradas. Onelio Jorge Cardoso, Mario Benedetti, García Márquez, Vargas Llosa y tantos otros narradores,  existirán si sus letras se han convertido al mundo digital.

La tecnología nos ha traído muchas posibilidades en el aprendizaje, ha despertado el intelecto de chicos y adultos, nos ha llevado a conocer el mundo de manera virtual y nos ha dado la posibilidad de comunicarnos con la inmediatez de una magia que solamente tiene el internet. En tiempo real vía Whatsapp, podemos saludarnos y comentar circunstancias que ocurren al otro lado del mundo; Teams, Zoom y otras plataformas nos unen a miles de kilómetros.

Todo esto es parte de nuestra realidad “realmente virtual”, es una insalvable verdad a la que nos enfrentamos todos los días. Las series, películas, toda información que nos gusta, la vida los artistas, los lugares más asombrosamente existentes, están en YouTube. Los propios medios que nacieron en el papel, hoy están digitalizados, como la única posibilidad de seguir con vida.

Ciertamente hay que alegrarnos por las maravillas de la época, por la capacidad generadora del ser humano que en su condición de científico ha podido brindarnos estos inventos, superar barreras antes infranqueables para acercarnos a la tecnología y entregarnos las condiciones de un mundo excepcionalmente interesante y lleno de opciones digitales que no alcanzamos a comprenderlas, por la versatilidad de los cambios, por la grandiosidad de la tecnología en favor de la humanidad.

Lo anterior es cierto, es nuestro mundo actual; pero, a pesar de toda esta oferta y gama de posibilidades, hay un ser humano que en ocasiones se pierde detrás de estas mágicas realidades, porque no alcanza a sentir la verdadera naturaleza de lo físico, del contacto humano y personal, o porque lo virtual no le permite o, lo que es más grave, porque no le interesa ya ese mundo que parece convertirse en la nueva ficción; esto es, porque ha hecho de la virtualidad su importante y real condición.

Es peligroso suponer que más allá de la pantalla led de un computador o de la de un móvil, no exista la vida, es terriblemente grave perder la naturaleza humana de la que estamos constituidos y olvidar un abrazo, una caricia, el necesario contacto añorado entre  la especie humana, que por muy tecnológica que viva, es sensiblemente material, mortal, terrenal y profundamente espiritual.