Movilización indígena

Cierto es que estamos saliendo de una pandemia y las circunstancias económicas no son buenas, que encontrar empleo resulta muy difícil en el país, que la economía se tiene que ir reactivando de a poco, que la herencia de catorce años no fue con beneficio de inventario y que hoy por hoy nos está pasando factura; que hace falta dedicarse a laborar de sol a sol, es verdad y, también que la corrupción no termina de tocar fondo.

Que no podemos olvidar la salvaje arremetida de los grupos liderados por las organizaciones indígenas cuando quemaron el edificio de la Contraloría o arrasaron con la propiedad privada y pública de las ciudades por donde pasaron.

Todo esto es cierto, pero lo es también que hay una carestía de la vida, que cada semana se trepan los costos de los productos de primera necesidad, que los insumos agropecuarios cuestan un ojo de la cara, que no hay precios de sustentación para la producción del campo, que no existen créditos para la ganadería ni la agricultura, que el IESS está quebrado, sin medicinas ni servicios mínimos para atender a tantos enfermos del país.

Es absurdo no reconocer que los intermediarios imponen precios de miseria en las comunidades campesinas, igual que las exportadoras abusan y  lucran inmisericordemente de sus proveedores, a quienes les cuesta mucho esfuerzo y dinero lograr productos de calidad, y no hay una autoridad que diga pío, que ponga orden. No hay un gobierno que establezca precios justos para la producción.

Es necio insistir en que debemos trabajar para hacer país, cuando la ola de violencia nos ahoga y no existe un pronunciamiento serio para combatirla por parte del Ejecutivo; como es necio también abanderarse del actual gobierno si su líder máximo, no aparece, no comunica nada y más bien se jacta de decir que está trabajando en silencio, cosa ridícula en un mundo público en el que sabemos bien que la Asamblea, por ejemplo, lo obstaculiza todo y vive en sus rencillas de intereses mezquinos.

Es necesario que este régimen dé la cara, que afronte con decisión los problemas del país; para eso ganó elecciones y llegó al poder. Lo debe hacer cueste lo que cueste y todos debemos entender  que la lucha campesina es la única que, mal o bien, ha presentado 10 puntos programáticos para tratar de mejorar la situación del país, aunque habrá que estar alertas porque la historia del movimiento indígena nos cuenta de líderes mañosos que han manipulado a sus bases por beneficios propios.

Es grave también que toda circunstancia problemática, toda efervescencia ciudadana, venga de donde venga, sea aprovechada por los políticos para tirar el agua a su molino. Ellos deberían hacer silencio, dar tregua en sus malévolas intenciones, y el gobierno de turno actuar, comunicar, hacer algo que nos dé algún respiro en medio de este caos en el que nos movemos.